De acuerdo con datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), actualmente se produce en el planeta alimento necesario para satisfacer las necesidades de 12 mil millones de personas. Y si consideramos que la población mundial se integra por aproximadamente 7,000 millones de habitantes, resulta casi inexplicable que alrededor del 15% de esta población siga padeciendo hambre. Pero como afirma acertadamente Esther Vivas en su editorial para el diario español El País, «El hambre no es una fatalidad inevitable que afecta a determinados países. Las causas del hambre son políticas. ¿Quiénes controlan los recursos naturales (tierra, agua, semillas) que permiten la producción de comida? ¿A quiénes benefician las políticas agrícolas y alimentarias? Hoy, los alimentos se han convertido en una mercancía y su función principal, alimentarnos, ha quedado en un segundo plano».
Tras analizar brevemente el escenario alimentario del planeta podemos confirmar que, lamentablemente, es un rubro controlado por un reducido grupo de corporaciones trasnacionales. Estas crecen, procesan y distribuyen un considerable porcentaje del alimento que se consume en el mundo, y fijan sus precios a partir de un criterio simple: estrategias de mercado orientadas a generar mayores dividendos, sin tomar en cuenta el impacto que estas tienen para la población mundial, en especial para los habitantes de los países económicamente más vulnerables.
Aparentemente estas son las causas responsables del nefasto fenómeno denunciado desde el propio título de este artículo. Se calcula que desde hace cinco décadas la producción de alimentos se ha triplicado, mientras que la población solo se ha duplicado. Pero esto no es suficiente siquiera para acercarnos a resolver una problemática que mientras siga vigente jamás podremos aspirar, como sociedad mundial, a una condición mínima de dignidad para la raza humana como un conjunto unificado.
¿Por qué si producimos alimento para 12 mil millones de personas todavía existe el hambre? El relator de la ONU para el Derecho a la alimentación, Olivier de Schutter, tiene una respuesta simple y acertada: "el hambre es un problema político. Es una cuestión de justicia social y políticas de redistribución".
Twitter del autor: @paradoxeparadis