La cargada policial llevada a cabo este 27 de mayo con el fin de limpiar y prevenir percances ante una posible victoria del FC Barcelona en la final de la Champions League dejó 121 personas levemente heridas y renovados bríos entre los manifestantes que han acampado por 2 semanas en la Plaza Cataluña. Después de un par de horas de desalojo la cantidad de personas que acampan en el centro de Barcelona se ha multiplicado, azuzados por la indignación de la violencia de los mossos d'squadra.
Las imágenes hacen evidente que los mossos cayeron fácilmente en el uso de la violencia, en lo que, ante su intransigencia -forzada por cumplir ciegamente una orden- ha provocado la chispa que necesitaba el movimiento del 15M: la reperesión.
Ante fuertes críticas, el consejero de Interior, Felip Puig, justificó la caragada de la policía, bajo los criterios de "oportunidad, proporcionalidad y congruencia" y argumentó que el motivo del desalojo temporal fue evitar daños mayores que bengalas y demás pirotecnia propia de las celebraciones del triunfo del FC Barcelona podría haber ocasionado al interactuar con el material -como tanques de gas, ordenadores, etc.- que tenían "los indignados" que acampaban en la plaza. Mismos materiales que después del desaolojo por salubridad y prevención podrían volver a llevar seguramente sin el control de la policía. ¿Acaso esperaban que la amnesia eufórica del futbol reemplazara invisiblemente y sin sobresaltos la indignación política, con la magia del circo?
Sinceramente es difícil analizar esta situación a distancia, pero consideramos fundamentalmente dos posibilidades. Por una parte: la brutal negligencia de la policía al cargar sobre los "indignados" como un toro ante una tela es simplemente una muestra de que el engranaje de la máquina del estado es de suyo represora y no tolera las manifestaciones que hacen revelar su esencia. Como si la naturaleza de los policías y políticos ante una protesta pacífica, ante las flores en sus fusiles sea la frustración y la violencia. Como si ante la oposición civil pacífica se nublaran y actuaran desde su más oscura médula.
Otra interpretación, ante la clara falta de inteligencia de las personas que tomaron la decisión de enfrentar a la policía contra una masa que evidentemente no se iba a mover, es decir que tendría que ser removida, lo cual vaticinaba un casi inevitable enfrentamiento violento, estas palabras de Maquiavelo: "Cuando un enemigo comete un error muy grande, hay que pensar que lo hace para engañarnos". Uno podría llegar a pensar que un enfrentamiento policial tan cantado, tan predecible, que lógicamente no haría más aumentar la protesta, no pudo haber sido obviado por los funcionarios catalanes que tomaron la decisión de movilizar a los mossos d'squadra. Entonces, ¿es tan disparatado pensar que la violencia policial fue una decisión de inteligencia? Quizás para encender la chispa necesaria para intensificar un movimiento que podría estar relajándose, pero que ciertamente encuentra el espacio en los medios para propagarse. No queremos suscribir a las teorías de conspiración ni tampoco desesestimarlas del todo, especialmente al no estar cerca de este movimiento que en cierto sentido refleja una legítima y sincera inquietud ciudadana (Daniel Estulin refleja esta ambivalencia: "Llegó el punto donde la gente dice ¡BASTA! Y por fin, ha llegado. Por mucho que seguramente alguna parte de este movimiento esté teledirigido por alguien de fuera. Es un acontecimiento mundial de la masa social enfurecida. Bienvenidos al Nuevo Orden Mundial"). Sólo lanzamos estas ideas al lector que en su propio entendimiento e investigación tiene la mejor opinión.
vía El País