Es cada vez más claro que la operación fue un asesinato planeado, violando múltiples normas elementales del derecho internacional. Parece que no hubo un intento de aprehender a la víctima desarmada, como presumiblemente pudieron haber hecho los 80 comandos enfrentando virtualmente ninguna oposición –excepto, dicen, de su esposa, que se abalanzó sobre ellos. En sociedades que profesan algo de respeto para la ley, los sospechosos son aprehendidos y llevados a que se les realice un juicio justo. Enfatizo en “sospechosos”. En abril del 2002, el director del FBI, Robert Mueller, informó a la prensa que después de la más intensa investigación en la historia, el FBI no podia decir más que “creía” que el plan había sido gestado en Afganistán, aunque implementado en los Emiratos Árabes Unidos y en Alemania. Lo que solo creían en abril del 2002, obviamente no sabían 8 meses antes, cuando Washington desestimó las ofertas del Taliban (qué tan serias, no lo sabemos, porque fueron instantáneamente desestimadas) de extraditar a bin Laden si se les presentaba evidencia -que, como pronto descubrimos- Washington no tenía. Así que Obama estaba simplemente mintiendo cuando dijo, en su declaración de la Casa Blanca, que “rápidamante descubrimos que los ataques del 9/11 habían sido llevados a cabo por al Qaeda".
Nada serio ha sido proporcionado desde entonces. Se habla mucho de la “confesión” de bin Laden, pero eso es como si yo confesara que gane el Maratón de Boston. Se jactó de lo que consideraba un gran logro.
Existe también una gran discusión sobre la molestia de Washington con Pakistán por no entregar a bin Laden, aunque seguramente elementos miltares y fuerzas de seguridad sabían de su presencia en Abbottabad. Menos se habla de la molestia de Pakistán de que Estados Unidos invadió su territorio para llevar a cabo un asesinato politico. El fevor anti-americano ya es bastante alto en Pakistán, y estos eventos seguramente lo exacerbarán. La decisión de arrojar el cuerpo al mar, predeciblemente, ya está provocando enojo y esceptisismo en el mundo musulmán.
Nos podríamos preguntar cómo estaríamos reaccionando nosotros si comandos iraquíes hubieran aterrizado en las instalaciones de George W. Bush, lo hubieran asesinado y luego hubieran arrojado su cuerpo en el Atlántico. Sin controversia, sus crímenes exceden vastamente los de bin Laden, y él no es un “sospechoso”, es sin controversia el “decididor” que dio las órdenes para cometer un “crimen internacional supremo diferenciándose de otros crímenes de guerra en que contiene dentro de sí el mal acumulado de la totalidad” (citando el Tribunal de Nuremberg) por el cual los criminales Nazis fueron colgados: los cientos de miles de muertes, millones de refugiados, destrucción de gran parte de un país, el amargo conflicto sectario que ahora se ha esparcido al resto de la región.
Hay más que decir del [bombardero de la aerolínea cubana Orlando] Bosch, quien acaba de morir pacíficamente en Florida, incluyendo una referencia a la “doctrina Bush” de que las sociedades que albergan terroristas son tan culpables como los terroristas mismos y deben de ser tratados acorde a esto. Nadie parece notar que Bush estaba llamando a una invasion y destrucción de Estados Unidos y al asesinato de su presidente criminal.
Lo mismo con el nombre, Operación Geronimo. La mentalidad imperial es tan profunda, a lo largo de la sociedad occidental, que nadie percibe que están glorificando a bin Laden al identificarlo con la valiente resistencia en contra de invasores genocidas. Es como llamar a nuestras armas destructoras con el nombre de las víctimas de nuestros crímenes: Apache, Tomahawk… Es como si el Luftwaffe llamara a sus aviones de combate “Judío” y “Gitano”.
Hay mucho más que decir, pero incluso los hechos más evidentes y elementales nos deben dar mucho en que pensar.