"Los nazis eran entusiastas sentimentales realmente aficionados a los animales y tenían la idea de que los perros eran inteligentes y podían comunicarse con las personas", dijo Bondeson.
Entres los canes estrella está Rolf, el terrier, que supuestamente podía discutir religión, contemplar complejas estructuras matemáticas y comunicarse con humanos marcando letras del alfabeto con su pezuña.
De otro perro, Kurwenal, se aseguraba que decía hilarantes chistes como si fuera un comediante y fungía como el símbolo de los perros con pedigree en Alemania.
Sin embargo, el favorito de Hitler era Don, un perro que aparentemente podía ladrar "Mein Fuhrer", cuando se le preguntaba sobre Adolf Hitler (todo esto aparece en el libro del Dr. Bondeson).
Aparentemente el proyecto de comunicación entre especies estaba sustentado en el amor de Hitler por los perros. El "Fuhrer" legendariamente tenía dos pastores alemanes, Blondi y la Bella, a quienes con toda seguridad tenía en más alta estima que a la humanidad entera. Aunque dicho afecto recuerda también la frase popular de que se puede conocer la calidad humana de una persona viendo cómo se comporta con los animales. Y como ingrediente último de este confuso cóctel moral, recuérdese la declaración de Lars Von Trier sobre su simpatía con Hitler, el ser humano.