"Cuando estás puesto, puedes enfocarte mejor en la respiración", dice Dee Dusault, que da clases de ganja yoga en su estudio en Toronto. "Es como una versión del yoga en dub".
Dussaault, que promueve el ganja yoga abiertamente pese a que la marihuana está prohibida en Toronto, cobra 15 dólares por clase e invita a un músico a tocar durante la sesión para viajar a sus clientes. Después de la clase ofrece munchies -nueces, fruta, té. Las reglas de sus sesiones son que los participantes deben de traer su propia mariuana y no se puede vender o "gorronear" ganja. La maestra también intenta conocer a los alumnos antes para determinar si sólo quieren ir a la clase para fumar ganja.
El B.C. Compassion Club Society en Vancouver también ofrece sesiones de yoga para aquellos que usan la marihuana médica. Lo mismo ocurre en Californiay en Colorado donde algunos de los ganja yogis prefieren comer el cannabis para que el efecto sea más largo y esté distribuido con menos crestas y valles.
Por otra parte algunos puristas del yoga critican esta tendencia como una moda que desvirtúa la verdadera espiritualidad del yoga y los preceptos de la salud, del cuerpo como templo.
Más información The Globe and Mail