La creación de enfermedades para todo tipo de nimiedades (o conductas naturales que solamente divergen del status quo), especialmente de carácter mental, es una multimillonaria industria en la que las farmacéuticas se alían con las compañías de marketing para promover enfermedades que nacen del desarrollo de un fármaco y no de la existencia de la enfermedad en sí. El objetivo de las farmacéuticas es tener a toda la población consumiendo fármacos permanentemente bajo la ilusión de estar enfermos –algo que después de estar tomando medicamentos psicotrópicos es fácil de mantener-.
Algunos ejemplos contundentes de como se fragua este marketing de las enfermedades:
El Paxil fue creado a la par que se empezó a promover el trastorno de ansiedad social, para lo cual una farmacéutica contrató los servicios de una empresa de marketing. El Paxil escaló velozmente el mercado de los antidepresivos.
En el caso de Zoloft, para tratar el estrés post-traumático, Pfizer también contrató una firma de marketing, no sólo para promover esta pastilla, para promover la enfermedad.
El trastorno bipolar también sufrió un crecimiento exponencial después de que un científico de Harvard, el Dr. Biederman, clasificó a esta enfermedad como muy común, en estudios financiados por 25 farmacéuticas. Básicamente lo que Biederman hizo fue crear la idea de que la infancia es una enfermedad.
La forma de hacer esto es convenciendo a las personas comunes que tienen una hasta ahora poco conocida enfermedad, pero que ellos tienen algo para curarlas y su vida será mucho mejor.
La prueba es que desde el desarrollo de los antidepresivos, las personas deprmidas han aumentado en un 1000%. Como en una especie de alquimia donde si no existe el nombre de la enfermedad, o sobre todo el medicamento para curarla, esta no existe.
La ansiedad y la depresión son perfectas para el marketing ya que no tienen muchas veces síntomas completamente identificables y visibles físicamente.