Este desarrollo caracterizado por la supresión de al menos 510 secuencias genéticas, proceso mediante el cual se consolidó nuestra diferenciación como seres humanos, ha tenido consecuencia fisiológicas, como por ejemplo el hecho de que los hombres no tengan un hueso en el pene, a diferencia de la gran mayoría de mamíferos, o que algunas regiones de nuestro cerebro hayan crecido a un ritmo mucho más acelerado que el de los primates, o incluso el que no estemos equipados con bigotes sensoriales como los que utilizan los felinos.
Al parecer la mayoría de esta pérdida evolutiva de porciones en nuestro mapa genético se registró hace por lo menos hace medio millón de años, pues ya desde el Neandertal se registraba su ausencia. “La mayoría de esta regiones también han desaparecido del genoma del Neandertal, lo que indica que la supresión tuvo lugar hace más de 500.000 años” afirmó David Kingsley, uno de los investigadores que participaron en este estudio, el cual fue publicado recientemente en la revista Nature.
[Nature]