Tradicionalmente se acostumbra en Madagascar, como parte del ritual familiar, que el abuelo paterno se alimente con la piel extraída tras la circuncisión de su nieto. Sin embargo, nuestro aventurero pudo comprobar que existe una opción para el abuelo: ceder el honor a otra persona que sea un huésped distinguido. "Así que mientras el padre del niño se encontraba en la calle, impedido de observar el proceso, yo me encontraba en cambio justo delante del abuelito con una señal gigante en luz neón roja que decía 'invitado de honor'".
Tras una dura semana en Madagascar, un lugar paradisiaco y a la vez hostil, en donde no ha existido un gobierno central desde hace muchos años y en donde el visitante es asediado con inseguridad y casi imposibilitado de comunicarse con el exterior, Andrew entró en uno de los mayores dilemas de su vida: ¿Practicaría el canibalismo? (y más allá de comer carne de humano, estaba el bonus de que era un trozo de piel recién extraída del pene de un niño de cinco años). El abuelo procedió a mirar a su alrededor, levantó el ritual pellejo y se lo ofreció a la abuela. En ese momento Andrew agradeció a los dioses, para él desconocidos, de la isla. El dilema había sido resuelto.