Nuestro cerebro es una especie de jardín secreto que guarda un sinfín de flores neurológicas. Su capacidad resulta, paradójicamente, casi imposible de concebir aún para nuestra propia mente (¿Puede nuestro cerebro autopercibirse?) y en este sentido nos remite a la paradoja que cuestiona desde una perspectiva filosófica la perfección de Dios: si dios es perfecto puede crear una piedra tan pesada que ni el mismo pueda mover, si no la puede crear, entonces no es perfecto. Si la crea y no la puede mover… tampoco.
Pero más allá de estas neuro divagaciones lo cierto es que el diseño del cerebro humano es, a pesar del escepticismo filosófico, una manifestación perfecta, incluso divina. Y por más que las neurociencias lo estudien, lo incentiven, y lo catalicen, siempre mantendrá secretos que sorprenderán a la mente que, aparentemente, lo controla.
Por lo pronto un grupo de investigadores han descubierto una nueva cualidad impresa en distintas regiones de nuestro cerebro que le permiten viajar a través del tiempo: la cronestesia. Esto se refiere a la habilidad de percibir el pasado, presente, y futuro, y de trasladarse mentalmente a través del tiempo subjetivo.
La capacidad de recordar eventos pasados o imaginar sucesos futuros influye de manera determinante en la acción de elegir, en las decisiones que un individuo adoptará a lo largo de su vida. Apoyados en imagenología de resonancia magnética, científicos han detectado regiones específicas de nuestra corteza cerebral que permiten, a través de mecanismos de neurocorrelación, el viajar mentalmente a través del tiempo.
Investigadores de las universidades de Umea (Suecia) del Sur de Illinois, y de Toronto, han publicado los resultados de su investigación sobre las aptitudes cronestésicas del cerebro humano en el diario Proceedings of The National Academy of Science. “El viajar a través del tiempo con la mente consiste en dos series independientes de procesos: unos son los que determinan el contenido de cualquier acto o “viaje” como qué es lo que ocurre, quiénes son los actores, dónde ocurre la acción; es algo parecido al contenido en una película –todo aquello que ves en la pantalla-; y en segundo lugar están aquellos que determinan el momento subjetivo en el tiempo, dentro del cual ocurren las acciones –pasado, presente, y futuro-. Afirma Endel Tulving de la Universidad de Toronto en entrevista con Physorg.
“Dentro de la ciencia neurocognitiva, sabemos bastante sobre el espacio percibido, recordado, conocido, e imaginado. Pero esencialmente desconocemos todo sobre el tiempo percibido, recordado, conocido, e imaginado. Cuando recuerdas algo que hiciste la noche anterior estás conciente no solo de que el suceso ocurrió y de que tu estabas “ahí”, como un observador o participante activo (¿memoria episódica?), pero también sabes que sucedió ayer, es decir, en un tiempo que ya no es más. La pregunta que estamos haciendo es ¿Cómo sabes que ocurrió en un momento que no es el ahora?”
El punto del estudio es develar cual es, específicamente, la habilidad que tiene nuestro cerebro para navegar a través del tiempo subjetivo sin perder la brújula temporal. Y al parecer la respuesta esta en su capacidad cronestésica. Cuando transmitimos información a través de neuroconexiones esto se hace de manera indistinta, hablando desde un punto de vista totalitariamente objetivo. Pero entonces ¿Cómo es nuestro cerebro capaz de percibir y posteriormente indicarnos que esa escena o sensación que estamos proyectando es parte de un episodio pasado, presente, o futuro? ¿Cómo dilucida en un fascinante proceso automatizado si se trata de una percepción impresa en el ahora, o si por el contrario es un recuerdo archivado o una proyección futura? La respuesta, según este grupo de investigadores es relativamente sencilla: nuestra mente puede viajar en el tiempo y regresar al “ahora” para compartirnos la información que recabó en otros puntos de la dimensión temporal… todos somos crononautas!
Más infomación:
Nuestro cerebro está diseñado para percibir el futuro
[Physorg]