La revista francesa Vogue decidió ilustrar su edición navideña del 2010 con una serie de imágenes que han sido consideradas por muchos como propensas a la depravación. El problema surge a partir de un photoshoot que muestra a niñas de alrededor de seis años con exageradas dosis de maquillaje y ataviadas con sofisticadas prendas de diseñador. La serie de imágenes se titula Cadeaux ("regalos", en francés).
En respuesta al número navideño se han levantado voces que denuncian que esta sesión fotográfica encarna el sueño de muchos pedófilos y que “sexualiza” a las pequeñas al exponerlas en contextos poco tradicionales. La misma postura ha enfatizado que el metalenguaje de estas fotografías gira en torno a la pérdida anticipada de la inocencia, el abuso ritual e incluso el control explícito de los adultos sobre los niños para que ellos cumplan, como una especie de esclavos etéreos, un rol dentro de una fantasía.
Pero más allá de dejarnos llevar por un escándalo moral, dentro de un análisis objetivo la depravación está no en las fotos publicadas por Vogue, sino en aquellos individuos que las estarían utilizando como un estímulo sexual. Sin embargo, también resulta reprobable que los medios, conociendo a la perfección el significativo impacto que tienen en la gestación de patrones culturales, ignoren la enorme responsabilidad que tienen dentro de las dinámicas sociales y jueguen con la posibilidad de fomentar conductas poco alentadoras como lo es el discurso simbólico de utilizar a unas niñas de 6 años para disfrazarlas y exhibirlas como una especie de muñecas de juguete.