Poco apreciados, los caballos juegan un papel fundamental en el multimillonario negocio del tráfico de drogas. Los “drug dealers” en el lado mexicano de la frontera cargan a estos animales con pesados bultos llenos de marihuana y otras drogas para cruzar con ellos grandes extensiones desérticas de la frontera norte. En el camino, con poca agua y comida, muchos caballos mueren, otros son dejados a su suerte en el desierto una vez que la carga puede ser cargada en vehículos con más caballos de fuerza. Los caballos abandonados caminan esqueléticos, asustados y desorientados por el desierto de Arizona y Texas. Allí algunos son recuperados por agentes de Departamento de Agricultura de los Estados Unidos o por organizaciones en favor de los derechos de los animales como Heart of Tucson o el Arizona Equine Rescue Organization.
De acuerdo con el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, se rescatan en promedio unos 15 o 20 caballos perdidos al mes pero se considera que estos son sólo un número parcial.
Los caballos rescatados no necesariamente encuentran en su rescate su salvación o buena fortuna ya que de acuerdo a las leyes de los Estados Unidos estos caballos deben de ser examinados para descartar cualquier posibilidad de que lleven consigo enfermedades que puedan ser transmitidas hacia los Estados Unidos. Muchos de los caballos rescatados son puesto en subasta y regresan al otro lado de la frontera, a México, para ser sacrificados por su carne.