La Tierra como una obra de arte: ¿Diseño divino o naturaleza auto cosmética?

Pueblos, campos, y pastizales alrededor del Río Mississipi.

¿Canvas de los dioses o una entidad meta consciente que simplemente se autodiseñó a partir de una cosmética más allá de nuestro modelo de perfección? La Tierra como una gema multicormática y polimórfica que seguramente representa un espectáculo particularmente inspirador aún dentro de un universo infinito. Nuestro planeta posee un discurso estético que se divierte, magistralmente, con alguno los lenguajes más sofisticados a los que se tiene acceso: la geometría, la cromática, el ritmo, y la dualidad. Ecos prismáticos que manifiestan la divinidad en cada detalle y que inevitablemente nos llevan a tributar el entendimiento de las nociones fractal y holográfica. Y lo que desde arriba, por medio de una fotografía satelital, se percibe como la manifestación de la más pura belleza, abajo, desde donde estamos, esa misma belleza se respira cotidianamente a pesar de nuestro sistemátco olvido: As above, So below...

Intrigante diseño de fiordos en la costa sureste de Groenlandia.

 

Patrones de arena en Erg Chech espejeando los rayos solares del noroeste de Argelia.

 

El gran fiordo Eyjafjorour ubicado en la costa norte de Islandia.

 

Corrientes gélidas sobre el mar ártico de Canadá.

Extremo de las montañas rocallosas que corresponde a territorio canadiense.

 

La eterna mutación de los bancos de arena que viajan en el desierto de Erg Iguidi desde Argelia hasta Mauritania.

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