La misión que Jonathon Keats se ha auto impuesto es clara: excitar a Dios a través de un despliegue de pornografía celestial. Y para lograrlo recurrirá a una porno proyección interestelar emitida desde el Gran Colisionador de Hadrones, así como a un estimulante kit compuesto de incienso, velas y un altar votivo, todos ellos orquestados desde su Mac, así como a una serie de súper sofisticados afrodisíacos, entre ellos el quark-gluon plasma. Equipado de esta forma el filósofo experimental y artista conceptual intentará incitar los deseos sexuales de Dios.
“El quark-gluón plasma es esencialmente la reminiscencia luminosa del coito divino, y es mucho más sexy que el bosón de Higgs”, afirma Keats. El QGP es una propiedad que algunos científicos afirman que se trata de un nuevo estado de la materia, también conocido como el “caldo de quarks”, que corresponde a una fase específica del proceso de la cromodinámica cuántica. Se manifiesta a temperaturas extremadamente altas y básicamente consiste en la liberación de quarks y gluones que componen la estructura de la materia a un nivel muy profundo. Los quarks son minúsculas cargas positivas que crean a los protones y supuestamente están unidos por gluones. En conjuntos estos dos podrían ser la representación física de lo que arquetípicamente conocemos como Aether y que permite que todo esté unido.
El porno despliegue interestelar que pretende Keats se transmitiría desde la sede del Gran Colisionador de Hadrones (LHC), ubicado en Ginebra, Suiza, y la señal viajaría hasta Nueva York. “El primer porno palacio de Dios estará en Brooklyn a través de un enlace remoto web, en lugar de Ginebra, donde se encuentra el LHC. Pero si la CERN (Organización Europea para la Investigación Nuclear) quisiera tener un palacio porno en su localidad, a mí me encantaría discutirlo con ellos. Tal vez un altar votivo construido al interior del túnel del LHC; eso sería fantástico”.
Y aunque pareciera que la intervención de Keats es algo bastante complejo, lo cierto es que el manifiesto artístico que se encuentra detrás de esta obra es aún más sofisticada: el inquieto filósofo busca recordar a Dios que está en deuda con sus hijos galácticos —es decir, nosotros— pues debe de proveernos con un hábitat menos susceptible al suicidio.
“El universo se ha estado expandiendo, algo que podríamos esperar de cualquier recién nacido, sin embargo, en los últimos 13,700 millones de años, el crecimiento ha sido incesante y de hecho el rango de expansión está acelerándose. Debido a la sobre-abundancia de energía obscura la aceleración expansiva está destinada a despedazar el universo o a reformarlo en una masa amorfa. Y la fuerza gravitacional de los agujeros negros supermasivos no va a ayudar”, afirma Keats, y agrega: “Seguramente has pensado que Dios habría planeado una mejor forma de sembrar el universo que esta. Tal vez Dios concebirá futuros universos con mejores probabilidades de subsistir a largo plazo”.
La pieza de Keats se estrenará próximamente en Nueva York, en el espacio de arte alternativo de Williamsburg, el Louis V.E.S.P. Junto con ella también se exhibirá otra obra del mismo artista titulada “Pornografía para plantas”. Y aunque pareciera que la búsqueda de incitar sexualmente a Dios como recordatorio de que existimos, de que nos preocupamos por nuestro futuro e incluso de que estamos dispuestos a complacerlo, pudiera pecar de ser una tentativa cuántico-pagana, lo cierto es que las intenciones son buenas, y tal vez también lo sea el resultado. O como Keats lo expone: “No soy un psicoanalista, pero estoy seguro que un poco de buen porno aliviará a Dios de su resaca de 13,700 millones de años”.
[Wired]