Equipado con un extraño sistema de paracaídas, estilo vintage Madmax, Franz Reichelt parece poseer el título de pionero en salto BASE, al menos en lo que se refiere a la práctica de esta disciplina en occidente y que haya sido documentado. Era en 1912 cuando este peculiar personaje obtuvo autorización del comisario de la policía parisina para llevar a cabo su demostración saltando desde la cúspide de la Torre Eiffel. Para conseguir el permiso Richelt tuvo que fingir que haría un experimento arrojando muñecos, y no fue hasta unos momentos antes de su lanzamiento que la gente se dio cuenta que realmente sería el quien saltaría.
Lamentablemente el paracaídas del intrépido Sr Reichelt no se abrió y el salto resultó fatal. Pero a pesar de este funesto inicio la disciplina del salto BASE o BASE jumping, su práctica se ha popularizado enormemente entre las personas ávidas de un poco de adrenalina y de coquetear con las alturas. Y de algún modo todos los justosos de este riesgoso deporte debieran dedicarle al menos uno de sus saltos a la memoria del buen Reichelt, quien encarna a la perfección el espíritu detrás del salto BASE, e incluso en su caso resulta más adirable pues su sed de peligro estaba fusionada con el afán de innovar y de comprobar los límites del diálogo entre el hombre, la máquina, y las fuerzas naturales.
Desde la oficina editorial de Pijama Surf (que básicamente es un sillón) saludamos respetuosamente al alma Franz... Atma Namaste