Para los mamíferos, la historia fue diferente. Aunque no fue exactamente fácil -la mitad de las especies se extingieron-, aquellas especies que sobrevivieron eran pequeñas, versatiles, de rápida reproducción y sobre todo podían alimentarse de los abundantes restos que dejo el impacto. Pudieron escabullirse de la lluvia ácida y los fuegos; habitando cerca de cuerpos de agua fresca, que se alimentan de materia orgánica muerta, tuvieron más éxito que aquellas especies del mar o de tierra seca.
Estos mamíferos sobrevivientes heredarían la Tierra. Mientras la biósfera se recuperaba, ocuparon los nichos dejados por los dinosaurios. Según evidencia fósil, un “boom” de creatividad evolutiva ocurrió entre el año 65 a 55 millones de años atrás. Una de los linajes que haría su début después del impacto es el nuestro, el de los primates .
Antes de esta intervención extraterrestre –un asteroide de 10 km- los reptiles habían gozado en dominio de la Tierra por 160 millones de años. Más o menos cada 100 años un evento cósmico de esta envergadura sucede; si algo así sucediera actualmente la humanidad sería arrasada, aunque es posible que algunos sobrevivirían, dando lugar a un nuevo apogeo evolutivo, como parte del ying-yang planetario. Nuesto destino parece estar conectado por un hilo plateado, equilibrándose de forma misteriosa, con el destino del cosmos.
Vía New Scientist