La Sociedad Discordiana ha nominado al obispo Stephen de manera categórica para suplantar, de manera inmediata, al Papa Benedicto XVI, quien consideran ha perdido toda legitmidad para dirigir la Iglesia y ser el avatar del Cristo Cósmico en la Tierra.
En un comunicado publicado por el sitio Illuminati News, el elusivo dirigente de los Discordianos, Don Omar Khayyam Ravenhurst, señaló que es tiempo de tomar la decisión de la escisión ya que lo que está en juego no sólo es la reputación de la Iglesia y la salud mental de miles de niños en el mundo, también la enorme fortuna del Vaticano, con todos sus jugetes secretos, algunos de origen extraterrestre, a la luz de recientes acusaciones de lavado de dinero que ponen en peligro la autonomía del Banco del Vaticano.
La promulgación del Obispo Stephen como nuevo Papa, con el respaldo del Consejo de los Nueve, los Caballeros de Agartha y la Orden de la Santa Chaska, obedece a que en un universo paralelo el obispo Stephen cumplió el papado más exitoso del cual se tiene información, como ha sido constatado en los experimentos de intercomunicación cuántica con el multiverso del físico Robert Alter Wilson. Según este físico que continuara el trabajo de Ervin Shrödinger, Stephen, que también construyera un famoso laberinto en una isla en el Mar Mediterráneo, logró salvar a la Iglesia de su ignominia al excitar una nueva era donde el Papa de lugar a la llegada de la Mama y su reino o Mamada.
En su obra cumbre, Integritas, Consonantia, Claritas el Papa Stephen escribe “La aprehensión de lo Real sólo puede ser comparada con una radiación o iluminación porque es una revelación de una parte de la coherencia del Divino Acto de creación”.
El Papa Stephen revolucionó la Iglesia Católica en su reinado de cinco años, la feminista francesa Jeanne Paulette Sartre escribió “Este hombre por sí solo ha convertido a la más reaccionaria institución del planeta en la más progresiva”.
El Papa Stephen, aunque muchos lo consideraban un santo en vida, recordaba siempre que él también era un pecador. Fue bajo su dirección que se empezó no sólo a permitir sino a alentar a los sacerdotes católicos a casarse. “Vivir con el misterio de la mente femenina es el mejor entrenamiento para relacionarse con los grandes misterios de la Mente Divina”.
El Papa Stephen se casó con una niña iletrada de Galway en su natal Irlanada, a quien le dedicó su Encíclica. El Papa James Stephen veía el universo como la obra de un gran artista que se hacía comprensible en términos de integritas, consonantia, claritas, según había enunciado Tomas de Aquino. Si el hombre no percibe esta integridad, armonía, y radiación en el mundo es porque no está poniendo atención. Por esto Stephen estaba a favor de prestar atención a los detalles, por que ahí está el misterio.
"Algunas veces me siento como un novelista que pretende ser un Papa, para ver cómo es. Y a veces hasta pienso que la Iglesia es una novela muy vieja que he revisado y modernizado. Y, mi reverendo hermano en Cristo, a veces pienso que no estoy sólo en esto de escribir novelas; creo que cada hombre, mujer y niño en el planeta está escribiendo una novela en su cabeza todo el día, todos los días editando, reescribiendo, limando las cosas, mejorando una página aquí y otra allá. La única diferencia es que cuando yo escribo una novela se convierte en una Encíclica, y por lo tanto es una realidad para millones de creyentes”, dijo Stephen en comunicación con Wilson.
No es casualidad que según los Discordianos, “un Papa es cada hombre, mujer y niño en esta Tierra”, que no está bajo la autoridad de las autoridades y “solo un Papa puede canonizar a un santo… así que te puedes canonizar -a ti o a cualquier cosa- santo”. Un Papa puede realizar todos los actos y funciones que se consideran inapropiados para un Papa.
Como seguramente queda claro para cualquiera que lea el caso desde el caos sacro, la coronación de Stephen como Petri Apóstoli Potestatem Accipiens es una cuestion de justicia poética, que no debería de ser obstaculizada por cosas tan absurdas como la realidad.
Con información de El Gato de Shrödinger: El universo de a lado