Al parecer este intrigante comportamiento se debe a una reacción en cadena bioquímica que provoca que una hormiga comience a andar en círculos. Acto seguido, la primer hormiga libera un aroma que incita a que otra la siga hipnóticamente, y así hasta que pueden llegar a reunirse grupos de millones de miembros que abandonan sus estructuradas tareas cotidianas para unirse al magnético ritual.
Finalmente, en algún punto, llega la muerte geométrica. No se ha confirmado si esta se debe a que las hormigas no pueden parar de caminar en medio de esta hipnosis colectiva y mueren exhaustas, o si más bien el espiral va cerrándose gradualmente hasta que se produce una asfixia masiva. Pero en cualquiera de los dos casos, las hormigas protagonizan una de los rituales más estéticos que se conocen en los procesos mortuorios del reino animal.
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