En una da las más extrañas, brillantes e hilarantes apariciones de cualquier persona en la historia del Congreso de Estados Unidos, el comediante Stephen Colbert testificó invitado por la diputada demócrata Zoe Lofgren, parte del comité que estudia el caso de los inmigrantes ilegales y su trabajo en el campo.
En un discurso que para algunos fue una franca burla de las instituciones y para otros una brillante sátira que en el fondo revela un profundo mensaje a favor de los inmigrantes y un catártico cinismo ante las falsas tenencias de la política, pero que de cualquier forma es un momento cumbre en la historia del entretenimiento y de la comedia que borra las fronteras con la política. Sólo en Estados Unidos, donde el starsystem penetra todas las esferas, es posible algo así: un comediante convierte una sesión del congreso en un momento mágico de televisión y dejamos de saber si esto es ficción o realidad. Viendo los rostros de los congresistas y del público es difícil saber si el discurso de Colbert sucedió en esta realidad en un foro institucional o fue ensayado con actores en un foro de televisión.
Colbert añadió: “Esto es América, no quiero que un tomate sea recogido por un mexicano, quiero que sea recogido por un estadounidense, partido por un guatemalteco, y servido por un venezolano en un spa donde un chileno me de una brasileña… Porque mi tararabuelo no atravesó el Océano Atlántico para ver a este país dirgido por inmigrantes, lo hizó porque mató a un hombre en Irlanda”.
Colbert dijo que rechaza la idea de que el trabajo en el campo es uno de los trabajos semi míticos que ningún estadounidense haría, ya que como parte de su programa de TV de “Stephen Colbert prueba un nuevo trabajo por un día” él recogió frijoles por un día y se dio cuenta que su trabajo es mucho mejor que el de los campesinos.
Colbert propusó que “Tal vez lo mejor sea desarrollar frutas que se recogen solas, algo en lo que ya trabajan los ingenieros genéticos de Fruit of the Loom, que han logrado grandes avances en crear híbridos fruta-humanos".
El comediante concluyó que “tal vez deberíamos ofrecer más visas a los inmigrantes ilegales” que de todas maneras van a tomar estos trabajos, y mejorando las condiciones de trabajo tal vez los estadounidenses quieran volver a tomar estos trabajos. Colbert, después de este lapus de seriedad, acabó con una fina burla del nacionalismo y del trabajo por el bien de la nación que caracteriza al Congreso.