En cada hombre se repite la historia del universo, pero es el talento de un escritor el que permite percibir esta parábola microcósmica y resignificarla: ver en los patrones de su vida, en la gente que conoce y en la ciudad que habita la historia de la humanidad que se recicla. El poder del mito, ese sueño colectivo, cuya fuente son los arquetipos, es la universalización de lo individual. James Joyce hizo de un día en su querida y aborrecida Dublín, la poderosa parodia de la Odisea, un fractal de la historia humana, de la cual intentamos despertar.
Es su libro "Portrait of the Artist of a Young Man", Joyce nos revela su ars poetica, al comparar al artista con el dios que se lima las uñas mientras su creación se sucede, sin intervenir, "aloof". El artista, entonces deja de intervenir en su creación, deja de participar como un sujeto, como una voz particular, porque se ha fundido con ella en todas partes y por ello no es ubicable en un punto, es "no-local", como el universo holográfico de la física cuántica. Y sin embargo, el artista que desparece de su obra, deja algunas pistas de su diseño inteligente, un estilo cósmico -entre los tenues intersticios- que muestran su inclinación, su sentido del humor.
Joyce hizo del 16 de junio de 1904 el día cardenal de la literatura moderna, el día en que salió a dar un paseo con una niña de Galway, la cual en Dollymount Strand tuvo la gentileza de masturbarlo, revelándole "la dulzura del pecado". Hay que ser grandes para hacer que todo una ciudad celebre el día en que te masturbaron. Tu iniciación, un rito planetario de música y cerveza, y tus palabras repetidas en las esquinas de las calles por donde vagaste y sus fantasmas y ese lugar especial donde el elán vital explotó como un cometa sembrando una novela. Y quizás es justo aquí en este "pun" cósmico, aparentemente vulgar, donde se transparenta toda la elegancia de Joyce. Y qué mejor regalo para su esposa Nora Barnacle, que inmortalizar el día de sus manos en la memoria de la humanidad. Eso es poesía que sublima la represión católica.
"Ireland remains Catholic and very, very, puritanical.It is Joyce's last and funniest joke that he has, by the sheer force of his genius and international reputation, tricked them into commemorating a Hand Job every year on June 16", escribe en "Cosmic Trigger II" Robert Anton Wilson, el heredero psicodélico de James Joyce.
Christopher Hitchens bromea diciendo que el "Ulises" es la mejor obra jamás inspirada en una masturbación. Y quizás no es baladí que la masturbación sea la inspiración, pues la divinidad, como la creación joyceana, se alimenta de su propia energía, de un autoerotismo que se universaliza.
Hoy Dublín y el mundo literario celebra la obra de James Joyce, recorriendo los lugares que aparecen en "Ulises", bebiendo cerveza, tomando el desayuno típico ("Most of all he liked grilled mutton kidneys which gave to his palate a fine tang of scented urine"...) y leyendo la novela entera en el espacio público. Una gran borrachera literaria inspirada en la masturbación de un joven de 22 años por una chica apodada "mankiller". Así a través de Bloomsday, el día de la eclosión, Joyce logró que su orgasmo primordial siga pasando... cada instante el universo se está creando.