El Casco de Dios: estimulando el punto G del cerebro

El máximo materialismo, más que el punto g en algún lugar remoto de los genitales o el ano, el punto G, con mayúscula, en el cerebro: el "Godspot". ¿Podemos estimularnos en un punto específico, a una frecuencia específica, para inducirnos a tener experiencias místicas? Y ¿para qué meditar o incluso tomar psicodélicos si podemos hacerlo instantáneamente con un aparato de estimulación magnética transcraneal? Pero ¿acaso no nos volveremos adictos a Dios? Más que a su idea, a su sensación, a su holorgasmo.

Algunos estudios demuestran que personas que sufren de epilepsia en el lóbulo temporal reportan tener alucinaciones religiosas (incluso del nuevo tipo: extraterrestres). Los números varían enormemente entre el 10 al 70%, según la literatura médica.

El Dr. Michael Persinger diseñó un casco que estimula el lóbulo temporal con un campo magnético rotatorio débil(en microteslas). Los sujetos que experimentan con este casco son vendados en un ambiente de cero estímulos, para no ser sugestionados. Según Persinger, el 80% de los sujetos reporta tener experiencias religiosas. Estudios posteriores de Persinger sostienen que dos personas estimuladas de la misma forma reportan una conexión telepática en el laboratorio.

Existe controversia sobre la validez científica de los experimentos de Persinger. Investigadores de la Universidad Uppsala en Suecia sostienen que los sujetos estimulados de esta forma no reportaron efectos psicológicos fuera de lo común. Persinger ha criticado el experimento de los científicos suecos dicendo que éstos no usaron bien el equipo y enfatizando que en al menos dos de sus estudios no pudo haber sugestión.

El famoso científico ateo Richard Dawkins, autor de "El Gen Egoista", experimentó con "el casco de Dios" y reportó sólo "un leve mareo". Según Parsinger, exámenes previos habían mostrado una baja sensibilidad en el lóbulo superior de Dawkins.

Actualmente se ha formado el "r-TMS Open Project", un proyecto abierto que busca desarrollar softwares, aparatos y aplicaciones nuevas para la estimulación magnética transcraneal. El proyecto dice bienvenir a quien sea que esté interesado, así que seguramente también busca sujetos experimentales. Si quieres que te apliquen un campo magnético a través de solenoides para posiblemente experimentar sensaciones divinas de fusión con el universo o infinito placer, puedes inscribirte aquí.

El sitio de "tecnología espiritual" Shakti Technology " ofrece "cascos de Dios" de estimulación craneal, bajo licencia del Dr. Persinger, que supuestamente ofrecen visiones cósmicas, románticas, psicodélicas y de la vida más allá de la muerte. Su sistema "Shiva Neural Estimulation", parece ser el más avanzado en el mercado y cuesta 649 dólares.

¿EL CEREBRO CREA A DIOS, O DIOS CREA AL CEREBRO?

Existe mucha controversia y hasta fanatismo en este tema de "Dios en el cerebro". En nuestro pasado post relacionado incluso fuimos insultados por un lector incendiario que al parecer pensó que nosotros creemos que Dios es un subproducto del cerebro y bajo un reduccionismo materialista puede ser ubicado en un único punto en el espacio, como un botón (si se nos obliga a enunciar un credo, éste es que las creencias, tanto en Dios como en la ciencia, generalmente nublan la inteligencia, además de que crean lo que creen, así que imposibilitan la ya de suyo difícil discusión de una "realidad objetiva". O como diría Anton Wilson: "belief systems are BS"). Y no, no pensamos que el cerebro humano sea el non plus ultra de la evolución del universo (sobre todo el de la mayoría de los primates que caminan por la Tierra como si se tratara de un gang-bang en una porno holográfica).

Si queremos ser rigurosos habría que decir como Alfred Korzybski que "la realidad" es una palabra y como John Lennon que "dios es un concepto". Tal vez sea más que eso (justo lo inefable) pero entonces, como diría Wittgenstein, "los límites de mi lenguaje, son los límites de mi mundo", y aunque más allá del lenguaje aceche lo místico, de eso no podemos hablar.

Lo que parece cierto es que creer es bastante útil para lograr algo (de la misma forma que un mapa nos ayuda a llegar a un lugar) y creer en Dios ha sido útil para evolucionar. Esto según un estudio realizado por el Dr. Jordan Grafman en el que personas que reportaron haber experimentado íntimamente a Dios, participaban en comportamientos religiosos o hasta tenían "temor divino", tendieron a mostrar mayor tamaño en las regiones cerebrales relacionadas con la empatía, la comunicación simbólica y la regulación emocional.

Así que creer en Dios nos ayuda a conectarnos con los demás, a sentir lo que siente el grupo. ¿Pero al hacer esto perdemos nuestra indivualidad o sólo la compartimos?

Esta es la paradójica y crepuscular zona de la neuroteología.Es posible que nosotros hayamos inventado a Dios con nuestro cerebro ¿pero acaso hacerlo no nos convierte en él, y prueba su existencia en nosotros? Como diría el poeta inglés William Wordsworth: "The Child is father of the Man".

Un cuento de ciencia ficción narra la historia de la civilización de los Auteorus, la cual es programada mentalmente a distancia por una legión de seres inmateriales -que habitaban "en una galaxia muy lejana"- para que después de miles de años de evolución sus miembros se conviertan en el Dios de un nuevo universo. En el cuento la "divinización" ocurre en el momento en el que los Auteorus se dan cuenta que han sido programados, por lo tanto que "son programables" y empiezan a escribir su propio código de programación, el cual misteriosamente coincide con el código que había sido escrito para cada uno de ellos. (Algo similar a lo que le ocurre a Pierre Menard, el autor del Quijote). Ésa podría ser una de las muchas realidades del neuroverso en el que habitamos y por el que pensamos en Dios, por el que Dios piensa en nosotros...

 

Twitter del autor: @alepholo

Más información:

The God Experiments

Searching for God in the Brain

God and the Brain

El cerebro holográfico

How consciousness creates reality

Programming and Metaprogramming in the Human Biocomputer

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