Por otra parte, la paradoja, los antidepresivos no parecen ser mucho más efectivos que los placebos, pero a diferencia de las tabletas de azúcar, los antidepresivos tienen una serie de efectos secundarios bastante significativos y generan en muchos casos una dependencia psicosocial. Por ejemplo: la falta de deseo sexual y la capacidad de enamorarse. Al parecer los antidepresivos son una gran fórmula para crear un ejercito de zombies cabezas de pastilla que ven televisión de alto contenido sexual pero que difícilmente buscarían concretar el acto carnal.
En 1996 13 millones de estadounidenses habían sido preescritos con antidepresivos, en el 2005 la cifra ya había aumentado a 27 millones. En 2008 se recetaron 164 millones de antidepresivos, generando ventas por más de 9 mil millones de dólares. Aunque no se detectó un aumentó significativo en el gatso publicitario en general sí hubo un notable incremento en la publicidad dirigida directamente a los consumidores.
Los afroamericanos son étnicamente la raza de mejor estado de ánimo con sólo el 4.51% tomando antidepresivos; los hispanos le siguen con el 5.21 %; y mucho más arriba están los blancos, aunque más abajo en la escala emotiva. Los antidepresivos, también, son un lujo económico.
Aunque estas sustancias sostienen actuar sobre la producción de serotonina, el neurotransmisor de los estados de ánimo, la evidencia indica que incluso los antidepresivos de nueva generación no funcionan mejor que los placebos. Ya que en los pocos casos que demuestran una superioridad, ésta ha sido relacionada a los efectos secundarios que alertan al cuerpo de la presencia de una sustancia, lo cual activa el proceso mental de mejora autosugestiva. Lo importante es saber que se está tomando algo que promete curarnos, nosotros hacemos el resto.
El terreno del placebo y de la relación entre mente-cuerpo es sin duda uno de los más excitantes de la ciencia moderna, incluso con implicaciones que rayan en la espiritualidad, en la capacidad de la intención humana de modificar su cuerpo y su entorno. Esta neuroplasticidad incluso ha sido observada en entornos colectivos.
Tal es el caso del fármaco anti-úlcera Cimetadine. En 1975, cuando Cimetadine salió a la venta erradicaba el 80% de las úlceras. Pero con el paso del tiempo su efectividad disminuyó al 50%, tal vez debido al surgimiento de un nuevo medicamento, el Ranitidine, supuestamente superior. Como si la conciencia de que se estaba tomando un medicamento inferior tuviera efecto en el resultado físico de la medicina; de la misma forma vestir un traje barato reduce la probabilidad de que obtengamos un trabajo o seduzcamos a alguien, si la mente se programa.
Investigadores creen que el incremento en el uso de antidepresivos se podría deber a que la depresión se ha vuelto socialmente más aceptada y a que el costo de las psicoterapias ha aumentado. Además de que los médicos saben que funcionan como placebos y no dejan de recetarlos. Tal vez también exista una connivencia con las grandes farmacéuticas. O simplemente Estados Unidos es cada vez más un lugar deprimente.
Por otra parte, como los números indican, la profusión de antidepresivos no parece reflejarse en la salud y el índice de suicidios, particularmente en la edad media, ha aumentado.
Por último queremos recordar la película Garden State, donde el protagonista enganchado a los antidepresivos en una situación límite decide dejar de tomarlos y su percepción se abre a un campo luminoso de vulnerabilidad y estimulante novedad sensorial. Muchas veces los antidpresivos son la forma más fácil de no enfrentar los problemas profundos de la psicología personal. Con esto no queremos decir que la depresión no es una enfermedad real, que se puede atacar químicamente, pero sí que en la mayoría de los casos nuestra mente por sí sola es capaz de resolver los conflictos que la inhiben y que no intentralo es abandonar el poder personal.
Antidepressant Use Doubles in the US, Study Finds The Collective Placebo Effect All Bow Before the Might of the Placebo Effect, It Is the Strangest, Coolest Thing in Medicine Antidepressants No Better Than Placebo Antidepresivos reducen la capacidad de enamorarse