La revolución será twitteada

Por Armando Reygadas

La semana pasada una serie de acontecimientos que en un principio parecían suscribirse a una pequeña nación latinoamericana de pronto brincaron esa barrera cultural y de lenguaje para transformarse en un evento que llamó la atención de los principales sitios de noticias.

Todo comenzó luego de la aparición en YouTube de un video en el que aparecía Rodrigo Rosenberg. Este abogado guatemalteco había sido asesinado tan solo unas horas antes (el domingo 10 de mayo) y en la grabación acusaba de su asesinato al presidente de su país, Álvaro Colom.

El video comenzó a circular en internet de manera viral y muy pronto llegó a los foros internacionales. Mientras tanto en Guatemala hubo quien lo “quemó” en discos para salir a venderlo a la calle.

La comunidad usuaria de Twitter para pronto hizo suya la causa del abogado, la muerte de Rosenberg se debía a que había acusado al gobierno del asesinato de Khalil Musa y su hija; este empresario, por su parte, había argumentado que el banco central de Guatemal, Banrural, se estaba utilizando para lavar dinero de Colom y su camarilla. Musa se negó a participar en una operación ilegal a la que había sido invitado por los acusados.

A través de Twitter comenzaron a circular críticas y acusaciones hasta que un usuario, con el nombre de pantalla de janfer, colocó una simple frase: “Primera acción real ‘sacar el pisto de Banrural’ quebrar el banco de los corruptos.” (como pisto se refiere al dinero); janfer proponía retirar todo el dinero para así colapsar el banco oficial.

No habían pasado siquiera 24 horas cuando la policía irrumpió en la casa de Jean Fernandez, el verdadero nombre de jeanfer, donde confiscó la computadora y se llevó preso al joven ingeniero especializado en IT.

El acto fue seguido por una nueva avalancha de “Twittazos” donde los usuarios acusaban, informaban y se manifestaban a favor de la causa de jeanfer; se abrió un blog para seguir el caso de cerca así como una cuenta de PayPal para juntar el dinero de la fianza que había quedado fijada en el equivalente a seis mil dólares. El “Twittero” había sido acusado de “Incitar pánico financiero”.

Lo que llama la atención en el caso es la velocidad de acción: luego del arresto de jeanfer los enojados microbloggeros se quejaban básicamente de que, mientras el asesino de Rosenberg seguía tranquilo en la calle, la policía había tardado apenas unas 24 horas en encontrar y arrestar a un simple “reportero ciudadano” que practicaba su derecho de expresión.

¿Tanto miedo le tiene el gobierno de Guatemala a una simple red social?

Twetter ha sido criticado de manera amplia; su capacidad para exponer ideas cortas y a veces muy simplonas ha parecido a muchos comunicadores el colmo de la banalidad. “No le encuentro el uso” se escucha decir a muchos por ahí.

Sin embargo en Guatemala un solo “twittazo” bastó no solo para movilizar a la policía si no que también logró juntar a muchos miembros de esa comunidad quienes al domingo siguiente (el 17 de mayo) se congregaron en el centro de la Ciudad de Guatemala portando letreros de “Yo no hablo, yo twitteo”.

Tal vez ese sea el poder tanto de Twitter como de otras herramientas sociales que muchos han tachado de insignificantes y pueriles; el de juntar a la gente en torno de causas y de ideales; de transformar a los cibernautas en verdaderos ciudadanos dispuestos a usar su derecho de expresión, de utilizar un espacio libérrimo para decirle al gobernante en turno que sabe lo que está ocurriendo y que puede no estar de acuerdo.

Tal vez ese sea el temor de gobiernos como el de Álvaro Colom.

Más información:

Twitter y la revolución en Moldavia (Wired)

Roberto Rosenberg: "Si usted está viendo este mensaje es que fui asesinado por el Presidente"

Blog del autor: Reseñando

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