Valerse por sí mismo tiene sus beneficios. Prueba de ello son los perros ferales de Moscú, los cuales han adquirido nuevas habilidades, algunas de ellas bastante útiles para sobrevivir en la selva de concreto. Y en muchos casos no sólo sobrevivir, sino vivir como zares de los bajos fondos.
Científicos rusos han estudiado a los perros ferales o callejeros de Moscú y han encontrado que éstos se han vuelto más inteligentes que sus contrapartes domésticos. Una de las las habilidades que demuestra la inteligencia de estos canes (cuyo mantra podría ser sólo fluye) es su costumbre de tomar el metro en las mañana para llegar al centro de Moscú (donde pueden obtener fácilmente alimentos, pero no dormir con comodidad).
Otra de sus conductas adquiridas (evolutivas posmodernas) es lo que en Rusia han llamado la "cacería del shawarma", la cual consta de una sofisticada emboscada en la que un perro sorprende con un ladrido intempestivo a un turista que acaba de comprar uno de los populares shawarmas calientitos , y éste, ante la veloz amanaza, tira su preciada comida. Algo que se repite constantemente.
Según A. Poiarkov, del Instituto de Ecología y Evolución de Moscú "El punto importante de esto, es definir quién tiraría su comida cuando se le asusta y quién no, pero estos perros son buenos psicólogos y pueden hacer esto mejor que nosotros".
Como viejos perros-lobos de ciudad su sentido del olfato y su capacidad para percibir la intencionalidad son las mejores armas para sobrevivir en un mundo habitado por carteristas, dealers, vagabundos y prostitutas. Sin embargo, mantienen su finura y (según los mismo científicos rusos) son capaces de seducir a las jóvenes que se sientan en las bancas a comerse un sandiwch u otro snack, apareciendo con ojos tiernos y quejidos suaves. Tal vez, también, llevándose una no menos preciosa caricia de las hermosas chicas rusas que frecuentan las áreas verdes Moscú, en medio de grandes cuervos y scouts de agencias de modelos.
Según los científicos rusos, las nuevas características de los perros callejeros moscovitas pueden considerarse rasgos de evolución epigenética (de la misma manera, por ejemplo, los jóvenes del Bronx se adaptan a la escena aprendiendo a rappear o a jugar basquétbol). Características detonadas por la transformación social que ocurrió en Rusia a partir de la caída del comunismo, cuando los nuevos capitalistas rusos entendieron el valor turístico y comercial del centro de la ciudad y se llevaron los complejos industriales a las afueras de la ciudad, los cuales se convirtieron en perfecto alojamiento para los perros callejeros, que igualmente entendieron el valor alimenticio del centro de la ciudad.
Se ha observado incluso, que los perros callejeros escogen los vagones con menos gente (el primero y el último generalmente) y que son capaces de no perder su parada en el metro, ya que tienen un excelente sentido del tiempo.
El escritor de esta entrada imagina sesiones nocturnas a la deriva, en pijama surfeando la psicogeografía moscovita, guiado por la inteligencia urbana de una jauría de perros ferales, compartiendo la mística de su amistad hasta el amanecer, asediando princesas rusas de ojos de záfiro, en búsqueda de sandwiches o caricias.
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