Critican inauguración de París 2024 por "burlarse" de la religión y ser una oda woke y queer a la "decadencia"
Política
Por: Emilio Novis - 07/27/2024
Por: Emilio Novis - 07/27/2024
La inauguración de los Juegos Olímpicos de París ha generado una fuerte reacción de críticos de derecha, quienes vieron la ceremonia como una manifestación de la cultura woke, cargada de elementos irrespetuosos hacia los valores cristianos. Un segmento en particular, que presentaba drag queens en poses reminiscentes de la Última Cena, ha sido el más criticado, siendo descrito como una burla al cristianismo. Este segmento además de ser el que quizá más tiempo aire tuvo, careció de la alta factura estética que se espera de los franceses y que puede encontrarse mejor lograda en casi cualquier cabaret. Los críticos lo describen como simplemente una pasarela alocada donde individuos queer bailaban frenéticamente casi desnudos en la lluvia, para luego acomodarse en la posición de la Última Cena, con un final en el que se adoraba a una deidad de la naturaleza similar a Pan o a Dioniso. (Si bien algunos sugieren que la referencia más que el cuadro de Leonardo, fue el Festín de los dioses de Jan Harmensz, que ilustra la boda de Telis y Peleo)
El evento de cuatro horas, que tuvo lugar a lo largo del río Sena, incluyó a los atletas en barcos, actuaciones de estrellas como Lady Gaga y Aya Nakamura, y un cierre de Celine Dion. Sin embargo, fue el segmento "Festivity" el que generó controversia. Este segmento presentaba bailarines y drag queens en poses que recordaban a la Última Cena, con la DJ activista lesbiana Barbara Butch en el centro, usando un tocado parecido a un halo.
La Conferencia Episcopal Francesa expresó su profundo pesar por las escenas de burla y mofa hacia el cristianismo. Aunque no especificaron partes concretas, quedó claro que se referían al controvertido segmento "Festivity". "Pensamos en todos los cristianos de los continentes que fueron heridos por los excesos y provocaciones de ciertas escenas", afirmaron los obispos.
Políticos y figuras públicas de derecha, como el portavoz del partido francés Rassemblement National, Julien Odoul, y el empresario estadounidense Elon Musk, condenaron la ceremonia. Odoul la calificó como un "saqueo de la cultura francesa", mientras que Musk la describió como "extremadamente irrespetuosa hacia los cristianos".
Otros criticaron X los valores poco familiares del espectáculo, sugiriendo que la pretensión de ser inclusivo, en realidad está alienando a los niños y a las personas de valores tradicionales. Algunos incluso avanzaron teorías de la conspiración en torno a una supuesta programación de las masas hacia valores LGBT en oposición a los valores tradicionales de la familia.
Thomas Jolly, el director artístico del espectáculo, quien se identifica como gay, defendió la ceremonia, afirmando que estaba destinada a celebrar la diversidad y la inclusión, no a mofarse o escandalizar. "Por encima de todo, quería enviar un mensaje de amor, un mensaje de inclusión, no de división", dijo, enfatizando los valores de amor y libertad en Francia.
La ceremonia también enfrentó críticas por su calidad artística. Mientras algunos la elogiaron, otros la encontraron caótica y carente de alta calidad estética. Críticos como Mike Hale del New York Times la describieron como "inflada" y "ligera en humor y pesada en pretensión". Muchos espectadores en las redes sociales compartieron estos sentimientos, calificando el evento como "irrespetuoso" y "basura absoluta".
Otro elemento controvertido fue la representación de Dionisio, el dios del vino, que algunos consideraron de mal gusto. Funcionarios rusos y comentaristas conservadores en toda Europa utilizaron la ceremonia para criticar lo que ven como la desintegración de los valores occidentales. La portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, Maria Zakharova, calificó el espectáculo como una "burla de una historia sagrada para los cristianos" y un "enorme desfile gay".
La inauguración de los Juegos Olímpicos de París ha resaltado un choque cultural, con críticos de derecha viéndola como una exhibición decadente que falta el respeto a los valores tradicionales. La ceremonia, destinada a ser una celebración de la diversidad y la inclusión, se ha convertido en un punto focal para debates sobre el respeto cultural