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El fantasma de la izquierda política recorre América Latina

Gustavo Petro se convirtió el pasado domingo en el primer presidente de izquierda en Colombia. El grueso de sus votantes estuvo conformado por jóvenes y personas en situación vulnerable. La promesa de transformar una sociedad desigual fue el eslogan clave por el que millones de ciudadanos rechazaron el régimen político que había gobernado a la nación sudamericana durante dos siglos para virar con esperanza hacia la izquierda. 

De acuerdo con los resultados preliminares, Petro recibió más del 50% de los votos, aprovechando una ola de apoyo de los colombianos desesperados por un cambio en un país que lucha con altos niveles de pobreza. El senador de 62 años derrotó al candidato conservador Rodolfo Hernández, un exitoso empresario que obtuvo alrededor del 47% de los votos en una carrera que inicialmente se esperaba que fuera reñida.

Colombia, la tercera nación más poblada de América Latina, se suma a países como México, Argentina, Bolivia, Perú, Honduras y Chile como una nación con gobiernos de izquierda. En una región devastada por el asalto económico de la pandemia del coronavirus y en uno de los países históricamente más conservadores del continente, el triunfo de Petro es un ejemplo impresionante de cómo el descontento generalizado ha sacudido el statu quo.

Su victoria es notable no sólo por su ideología política sino por su historia de vida. Petro, un exguerrillero clandestino que estuvo en prisión en la década de 1980 por su participación en un grupo rebelde, ahora se convertirá en presidente de un país que todavía se tambalea por la violencia criminal armada. Su presidencia podría tener profundas implicaciones para el modelo económico de Colombia, el papel del gobierno y su relación con otros países del hemisferio, incluido Estados Unidos, su aliado más importante.

Hablando desde un estadio repleto en la capital del país, se paró junto a la mujer que se convertirá en la primera vicepresidenta negra de Colombia, Francia Márquez, una activista ambiental que energizó a una comunidad afrocolombiana que durante mucho tiempo se sintió olvidada por quienes estaban en el poder. Petro llamó a un “gran diálogo nacional” para unificar el país y construir la paz:

Paz es una sociedad colombiana con oportunidades. La paz significa que alguien como yo puede llegar a ser presidente o alguien como Francia puede ser vicepresidente. La paz significa que debemos dejar de matarnos unos a otros.

Que la voluntad popular lleve por buen camino a nuestros hermanos colombianos.


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Imagen de portada: Twitter