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Un día importante para reflexionar sobre cómo hemos abordado este problema

Desde el año 2011, diversas ONGs y colectivos de padres, madres y tutores impulsaron el 2 de mayo como el Día Internacional contra el Acoso Escolar (o bullying). Esta fecha tiene como objetivo crear conciencia sobre la prevención, acción y erradicación de las prácticas violentas en los entornos escolares. Para representarlo, se utiliza un moño o listón de color púrpura. 

Es importante saber que la fecha correspondiente a mayo no es la misma que la UNESCO designó para conmemorar esta causa. Esta última se conmemora el primer jueves de noviembre y ha sido replicada por otros organismos internacionales. 

El acoso escolar o bullying es un fenómeno de violencia ejercida entre menores de edad en los espacios escolares. Para que esto suceda, siempre existe una posición de poder del acosador hacia el acosado. Es común que las y los niños con problemas familiares en casa se conviertan en perpetuadores o sujetos de la violencia en sus contextos escolares. 

Existen tres principales formas de acoso en la escuela: 

Exclusión: de acuerdo con la Secretaría de Educación Pública, la exclusión se refiere a las acciones que buscan bloquear y aislar socialmente a la víctima, así como su marginación impuesta por estas conductas de bloqueo. Ejemplos: prohibición de jugar en un grupo, de hablar o comunicarse con otros, o que nadie se relacione con el niño o la niña en cuestión. 

Agresión física directa: son acciones de agresión física hacia el cuerpo de la víctima o hacia sus pertenencias. Esto podría incluir también insultos, apodos, golpes, miradas, robos, destrucciones. 

Manipulación/extorsión: es una de las formas menos visibles del acoso, pero quizá la más común. En esta forma de violencia, el victimario amenaza a la víctima con contar algo sobre ella para ridiculizarla o hacer que la castiguen. También puede forzar a la víctima a hacer lo que manda el victimario. 

Existen muchas otras expresiones de la violencia en los entornos escolares y no siempre es fácil identificarlas, pero para erradicar estas prácticas lo más importante es no ser indiferentes cuando veamos o nos enteremos de que un niño o niña está experimentando situaciones de acoso. 

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La conciencia social es muy importante para frenar estas acciones entre niñas, niños y adolescentes. Sobre todo, se debe creer y no culpabilizar a quienes son víctimas de este tipo de abuso, pues validar las emociones de las víctimas es fundamental.

Aún así, no se debe excluir al victimario. En cambio, hay que implementar estrategias de integración e inclusión que deben ser trabajadas en conjunto por los padres, las madres y las autoridades escolares. 

Basta de normalizar la violencia en las escuelas. Apostemos por mejores entornos para todas y todos. 


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Imagen de portada: Getty Images