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El pasado 16 de septiembre se conmemoró el Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono, que tiene como objetivo seguir creando mecanismos de cooperación que protejan esta importante capa natural del planeta

La protectora del planeta

La capa de ozono es una capa natural de gas presente en la atmósfera superior de la Tierra que protege a los seres humanos y a otros seres vivos de la radiación ultravioleta (UV) nociva del sol. Cabe destacar que esta es una parte muy pequeña de la atmósfera, pues mide entre 10 y 40 km sobre la superficie terrestre, y absorbe la dañina radiación ultravioleta del sol y ayuda a preservar a nuestro planeta porque elimina los contaminantes de la atmósfera. Lamentablemente, la explotación desmedida de ciertos productos químicos han provocado daños que ponen en peligro nuestra propia existencia y la del resto de seres vivos.

En la década de los años noventa, tras la confirmación científica del agotamiento de la capa de ozono, la comunidad internacional hizo el llamado a establecer un mecanismo de cooperación para tomar medidas para mitigar los daños ambientales y disminuir la producción de gases nocivos para la atmósfera. Lo anterior se formalizó en el Convenio de Viena sobre la protección de la capa de ozono, que fue aprobado y firmado por 28 países el 22 de marzo de 1985

Más tarde, en septiembre de 1987, se redactó el Protocolo de Montreal relativo a las sustancias que dañan la capa de ozono. Este protocolo es un esfuerzo internacional que ha permitido la reducción del uso de sustancias que agotan la capa de ozono, ayudando no sólo a protegerla sino también a mejorar los resultados de las iniciativas dirigidas a afrontar el cambio climático. Esos esfuerzos han protegido la salud humana y los ecosistemas reduciendo la radiación ultravioleta del sol que llega a la Tierra. Este instrumento normativo tiene como objetivo principal la protección de la capa de ozono mediante la toma de medidas para controlar la producción mundial y el consumo de sustancias que dañan la atmósfera, con la finalidad de eliminarlas, además de contribuir a la lucha contra el cambio climático.

 

La capa de ozono después de la pandemia

El Servicio de Vigilancia de la Atmósfera (CAMS) del programa europeo Copérnico ha ofrecido una actualización del tamaño de este agujero estratosférico, así como de la capa de ozono que protege a la Tierra. El agujero ha crecido considerablemente en los últimos meses y ha alcanzado ya una extensión mayor que la de la Antártida, superando en tamaño al 75% de los agujeros de ozono en esta fase de la temporada desde 1979.

Según Vincent-Henri Peuch, director del Servicio de Vigilancia de la Atmósfera de Copérnico,:

este año el agujero de ozono se ha ido desarrollando como se esperaba durante el principio de la temporada; parece bastante parecido al del año pasado, que tampoco fue realmente excepcional en septiembre, pero luego se convirtió en uno de los más duraderos registrados.

Al combinar cinco fuentes de información diferentes mediante un sofisticado modelo numérico, el CAMS puede proporcionar una imagen detallada de la distribución del ozono con una columna total, un perfil y una dinámica coherentes.

Desde la prohibición de los halocarburos (como los CFC) la capa de ozono ha mostrado signos de recuperación, pero es un proceso lento y habrá que esperar hasta la década de 2060 o 2070 para ver una eliminación completa de las sustancias que la dañan. Según indican desde el programa Copérnico, resulta esencial mantener los esfuerzos de vigilancia para garantizar que el Protocolo de Montreal se siga cumpliendo.


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Imagen de portada: Markus Spiske / Unsplash