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Sensaciones agridulces con el regreso a la nueva normalidad en algunas ciudades europeas

La pandemia ha significado pérdidas enormes para muchos países que perciben importantes ingresos del turismo. Países como Italia, España, Francia, Grecia y Tailandia, entre otros, han sufrido dificultades económicas precisamente por esto. México, por otro lado, que no ha impuesto casi medidas restrictivas para extranjeros, también se vio afectado pero en mucha menor medida y en 2020 fue el tercer país más visitado del mundo después de Italia y Francia, alcanzando por primera vez una posición tan alta.

Actualmente algunos países europeos que han logrado vacunar a buena parte de su población están en fase de permitir la entrada a visitantes extranjeros con la urgencia de reactivar la economía. Tal es el caso de Italia, que depende de manera importante del turismo, que aporta hasta el 13% del producto interno bruto italiano.  

En mayo el primer ministro italiano Marco Draghi anunció que era "hora de planear las vacaciones en Italia", buscando incentivar el regreso a las ciudades más turísticas. Ciudades como Roma, Florencia o Venecia han sufrido enormemente la deserción de los turistas. En algunos casos, hasta el 50% de los hoteles han cerrado.

Así pues, los turistas empiezan a volver a estas ciudades que encierran grandes tesoros culturales. Y aunque muchos lo celebran, como reporta el Wall Street Journal, algunos residentes lamentan el regreso de los turistas. Pierpaolo Capovilla, ciudadano de Venecia, dijo:

es innecesario decir que la pandemia es una tragedia terrible, pero como veneciano, no puedo negar que he disfrutado que los turistas desaparecieron de repente. El turismo es indudablemente precioso para nuestra comunidad, pero al mismo tiempo está destruyendo el tejido social y está haciendo que los locales se vayan. 

Seguramente hay miles de personas como Pierpaolo en ciudades como París, Bangkok, Moscú, que después de mucho tiempo han podido gozar de sus ciudades -al menos en los momentos menos intensos de la pandemia-. Así como los canales de Venecia y los mares y bosques en otras partes del mundo descansaron un tiempo y se vieron beneficiados por la ausencia de la masa de turistas o "consumidores" humanos, los habitantes de ciertas ciudades pudieron regenerarse un poco.

El fenómeno del turismo es propio del capitalismo global. Más allá de los obvios problemas que ocasiona en materia de calentamiento global, su problemática más seria, como denuncia Capovilla, tiene que ver con una cierta corrupción y destrucción del medioambiente o de la sociedad que se visita.

Roberto Calasso, el escritor florentino, analiza brillantemente el fenómeno del turismo en su libro La actualidad innombrable. Ser turista es parte de la condición del hombre moderno secular, para quien viajar es considerado casi un derecho y las vacaciones son parte de su régimen de salud. Todo el que no viaja por negocios o hace peregrinación religiosa no puede ser clasificado más que como turista. Pero el turista padece una especie de contradicción ontológica, pues "le gusta mirar con desprecio a los turistas. No quisiera ser confundido con uno de ellos. En esta incomodidad se revela, en Homo saecularis, una oscura premonición de su propia inconsistencia. Si no fuera turista, ¿qué otra cosa podría ser?". El Homo saecularis, dice Calasso, "quiere sentirse especial". Pero es sólo un turista.

Al mismo tiempo, el turista "quisiera visitar lugares no desfigurados por el turismo", pero su visita es un factor que contribuye a la desfiguración del lugar. Al final el turismo, según Calasso, es una especie de pornografía:

Son mundos paralelos, en los que rigen reglas parecidas. Máxima reducción del repertorio de los gestos y de las acciones formalizadas. Mínimas diferencias en la indumentaria y en la decoración. Tendencia a abandonar los preámbulos y las digresiones narrativas. Todo obedece a secuencias prefijadas, sin sitio para las burlas.

El turismo elimina la contemplación, como el porno elimina el juego erótico en el sexo:

Caminar por la calle de una ciudad desconocida, dejarse llevar hacia lo que atrae en cada momento... costumbres obsoletas, a las que pocos se atienen. Viajar, ahora, significa tener un objetivo; el sexo es más claro, netamente circunscrito y pragmático.

El turista, como el pornógrafo, va a lo que va; no se detiene, no es susceptible al asombro de lo incierto.

El turismo, observa Calasso, "no es ya un sector floreciente en el mundo sino que el mundo entero se ha vuelto un sector sometido al turismo". Un sector que cuando empieza a acabarse su materia prima se mueve hacia lo digital o virtual, un terreno aparentemente infinito. La realidad virtual es la cúspide del turismo, el aficionado a las consolas "es un descendiente directo del turista en búsqueda de experiencias extremas".


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Imagen de portada: Flickr