Un nuevo estudio a cargo de psicólogos, inmunólogos y médicos de la Universidad Estatal de Ohio recomienda usar el tiempo que esperamos a ser vacunados para prepararnos física y psicológicamente lo mejor que podamos.
Para este estudio, los investigadores revisaron cuarenta y nueve investigaciones que se han hecho a propósito de la aplicación de vacunas en seres humanos. Los estudios revisados se remontan a treinta años atrás y documentan las maneras en las que el estrés, la depresión y otros malos hábitos de salud pueden afectar de manera negativa la respuesta inmunitaria del organismo.
Los investigadores encontraron que el estrés constante, el cual ha tenido un impacto en nuestras rutinas y vidas durante la pandemia, ha dificultado mantener comportamientos saludables.
Por otro lado, durante el año 2020 se documentaron datos sobre el aumento de síntomas que se relacionan con la depresión y la ansiedad, el insomnio, el incremento en las ventas de alcohol y la ingesta desmesurada de alimentos. Además, se recolectaron datos que indican una reducción significativa de actividad física.
Controlar el estrés haciendo ejercicio constante, dormir lo suficiente, dejar o disminuir el consumo de tabaco y mejorar nuestra dieta podría influir en la respuesta inmunológica de nuestro cuerpo, incluso si esos hábitos se realizan a corto plazo.
Cuando pensamos en una vacuna la pensamos de manera aislada, como la última y única solución para evitar una enfermedad, pero una de las principales motivaciones de este equipo de trabajo fue mostrar que hay factores de salud que contribuyen a que una vacuna funcione de mejor manera.
Para Annelise Madison, psicóloga clínica y autora principal de este estudio, es muy importante dar cuenta de estos factores para que durante el tiempo de espera de la vacuna modifiquemos hábitos y logremos acelerar y fortalecer la respuesta de nuestro cuerpo una vez que nos vacunemos.
Por ejemplo, en un estudio sobre la respuesta inmunitaria de estudiantes de medicinas frente a una vacuna contra la hepatitis B se demostró que al final todos desarrollaron anticuerpos, pero los estudiantes más estresados o ansiosos por sus exámenes tardaron más en desarrollar los anticuerpos contra la hepatitis B.
En una investigación diferente se analizó la respuesta de adultos mayores a una vacuna contra la neumonía. De nuevo, se demostró que todos habían desarrollado anticuerpos pero la respuesta de estos disminuyó en los siguientes tres a seis meses en aquellos participantes con estrés crónico debido a que eran los cuidadores de sus cónyuges con demencia.
Ambos estudios sugieren que una vez que una persona se vacune contra la covid-19 y esté estresada, ansiosa o no tenga una dieta balanceada y actividad física constante, su cuerpo tardará más en desarrollar una respuesta inmune frente al SARS-CoV-2.
En otros estudios realizados por este equipo de investigación se encontró que las personas que estaban deprimidas experimentaron efectos secundarios a las vacunas, tales como letargo, malestar o irritabilidad, durante un periodo más largo que aquellas personas que no estaban deprimidas al momento de vacunarse.
Recordemos que los efectos secundarios ante cualquier vacuna son normales, ya que las vacunas están diseñadas para entrenar a nuestro sistema inmune para reconocer patógenos teniendo una respuesta inflamatoria que puede hacernos sentir mal. Esto significa que la vacuna está funcionando. Asimismo, no todas las personas presentan malestares después de vacunarse, lo cual no significa que una vacuna no funcione.
Esta investigación muestra que podemos sacarle el mayor provecho a la vacuna contra la covid-19. Sabemos que la vacuna está funcionando, sin embargo, una mejor alimentación, mejores patrones de sueño y actividad física constante ayudan a que el trabajo de entrenamiento de esta vacuna sea más efectivo, más largo y más duradero.
Si quieres conocer más acerca de este estudio, lo puedes consultar en este enlace. El artículo fue publicado en la revista Perspectives on Psychological Science el 12 de enero de 2021 y se encuentra en un proceso de revisión por pares, por lo que los resultados no pueden interpretarse como concluyentes. No obstante, esto no significa que los resultados no tengan valor o sean falsos.
El comienzo de la distribución de las diferentes vacunas contra la covid-19 marca para algunos el inicio del fin de la pandemia. Este proceso, aunque tardado y con muchas implicaciones sociales, políticas y económicas, nos ha brindado un horizonte de esperanza.
Esta vacuna nos viene a recordar la importancia de la ciencia y el trabajo en equipo de una comunidad internacional. Nos recuerda también la necesidad de modificar hábitos de higiene y sanidad y la importancia general de cuidar nuestra salud.
Imagen de portada: Markus Spiske / Unsplash