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¿Fue Trump desde siempre el tonto útil de la KGB?

La relación de Donald Trump y las agencias de inteligencia rusas es el tema de un nuevo libro. En American Kompromat, el periodista Craig Unger traza la relación del expresidente con la KGB y la forma en la que agencias de inteligencia rusas reclutaron a Trump sin que él lo supiera, desde hace cuarenta años. El informante de Unger es Yuri Shvets, un espía ruso que trabajó en Washington en los años 80 del siglo pasado y que luego obtuvo la ciudadanía estadounidense.

Shvets declaró a The Guardian que Trump probó ser mejor de lo que creían al diseminar la propaganda que le interesaba al Kremlin, hasta el punto de que en Moscú se celebró su reclutamiento. Según Shvets, Trump llamó la atención de las agencias soviéticas cuando se casó en 1977 con la modelo checa Ivana Zelnickova. Desde entonces fue espiado por agentes checos en colaboración con la KGB. Cuando Trump visitó Moscú en 1987 recibió halagos de operadores de la KGB que se hicieron pasar por potentados rusos y le recomendaron que entrara a la política.

Desde ese entonces, según Shvets, la KGB le implantó la idea de que debería ser presidente pues su personalidad era especial. Los agentes rusos notaron que Trump era muy fácil de manipular. A su regreso a Estados Unidos, Trump pagó un anuncio en diferentes medios, incluyendo el New York Times, en el que hablaba de la política exterior de Estados Unidos, acusaba a Japón de explotar a su país y llamaba a que el gobierno abandonara organismos y acuerdos internacionales.

Según Shvets, cuando supo del anuncio que Trump había pagado, le pareció "lo más risible del mundo", algo que sólo fue superado cuando Trump se convirtió en presidente. Por su parte, Unger afirma que los rusos intentaron reclutar a muchas personas y Trump sólo fue uno entre muchos pero con el tiempo, debido a su éxito en la política, resulta sobresaliente que el proyecto de inteligencia haya probado ser de alguna manera tan efectivo. Trump "fue cultivado durante cuarenta años, hasta su elección", explica. 

Es posible que estos reportes sean intentos de adjudicarse un poder excesivo por parte de los agentes rusos, que se representan como maestros titiriteros moviendo los hilos de la política mundial. Sin embargo, el caso de Trump desafía tanto los estándares de lo conocido que historias como estas tienen al menos el poder de hacernos dudar y no resultan poco plausibles.

Por supuesto es posible un punto medio: que en realidad los organismos de inteligencia rusos sí hayan tratado de interferir en la psique de Trump y hayan tenido algunos esporádicos contactos, pero que eso no necesariamente haya sido el detonador del personaje en el que se convirtió después el magnate estadounidense. Y no necesariamente la KGB ha creado a Trump como tal sino que en ello están involucrados innumerables factores, entre ellos su asociación con el pensamiento New Thought, una corriente new age que ha sido determinante en la manera de Trump de ver el mundo y el culto a las celebridades y el ego que ha llegado a su punto más agudo.

 


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