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En medio de la pandemia de la covid-19, Estados Unidos celebra una jornada de elecciones presidenciales en las cuales Donald Trump podría resultar reelegido o perder frente a Joe Biden, candidato del Partido Demócrata

Este martes 3 de noviembre es día de elecciones en Estados Unidos. Entre otros cargos locales, estatales y federales, en esta elección se juega también la presidencia del país, concretamente, la permanencia para un segundo periodo de Donald Trump o su posible remoción del cargo ante la eventual victoria de Joe Biden, candidato del Partido Demócrata. 

La mayoría de los medios y casas encuestadoras que han sondeado las intenciones de los votantes en las últimas semanas aseguran que Biden llega al día de la elección con una ventaja clara sobre Trump. La cadena CNN, por ejemplo, señala que Biden reúne un 52% de las preferencias, sobre 42% para Trump. Por su parte, en la encuesta publicada por la BBC, a Biden lo favorece igualmente un 52% de los encuestados, frente a un 44% en el caso de Trump. En general, la diferencia entre uno y otro candidato oscila en cerca de los diez puntos porcentuales de diferencia, siempre a favor de Biden.

Cabe mencionar, sin embargo, que debido a las particularidades del sistema electoral estadounidense, los resultados de estas encuestas no son la mejor manera de vaticinar el nombre del próximo presidente de los Estados Unidos. Como ejemplo baste recordar la elección pasada, en 2016, cuando la candidata demócrata Hillary Clinton obtuvo 3 millones de votos más que Donald Trump y aun así perdió la elección. 

Este peculiar resultado se debe a que, en Estados Unidos, el presidente no se elige por voto directo de los ciudadanos inscritos en el padrón electoral sino a través de un “colegio electoral” integrado por electores que, ellos sí, son elegidos por los ciudadanos. El día de la votación, son estos electores quienes votan por un candidato (en teoría, el mismo por el cual los ciudadanos los eligieron). 

Debido a que este es un mecanismo de democracia representativa, otra característica importante es que el número de electores varía en función de la cantidad de habitantes de cada estado. En otras palabras, los estados más numerosos tienen más electores, y viceversa. Así, por ejemplo, este año, California, donde habitan cerca de cuarenta millones de personas, llega con cincuenta y cinco electores al colegio electoral, mientras que un estado como Alaska, cuya población no llega a ochocientas mil personas, cuenta con tan sólo tres electores.

Entre otros efectos que dicha particularidad provoca, está la posibilidad de que un candidato tenga la simpatía de la mayoría de los ciudadanos estadounidenses (expresada en la elección de los electores) y, aun así, pierda ante su adversario. Como decíamos, así ocurrió en 2016 con Hillary Clinton.

En ese sentido, el resultado de la elección de este 3 de noviembre no es tan claro como podría parecer en las encuestas publicadas. Aun cuando podría decirse que los votantes ya se han decidido, hay estados que, a nivel de sus electores, todavía son terreno de disputa. Según Al Jazeera, este sería el caso de Arizona, Florida, Carolina del Norte, Pensilvania y Wisconsin. Recordemos de paso que, en la elección presidencial del año 2000, fue precisamente entre los electores de Florida donde se dirimió el polémico triunfo de George W. Bush frente a Al Gore.

En cuanto a las implicaciones del triunfo de uno u otro candidato, a grandes rasgos los analistas coinciden en que el triunfo de Trump fortalecería su manera tan singular de gobernar. 

Un segundo periodo de administración de Trump acentuaría actitudes como el proteccionismo económico estadounidense, la salida de Estados Unidos de organismos y acuerdos internacionales (hay quien plantea la posibilidad de que Trump podría incluso sacar a Estados Unidos de la ONU o de la OTAN, además de otros tratados importantes en materia ambiental o de producción de armas), o la consolidación de alianzas (particularmente con Rusia y algunos países asiáticos como Corea del Sur o la India) cuyo fin sería acotar la influencia geopolítica y económica de China. Al interior del país, la política fiscal de exentar del cobro de impuestos a grandes corporaciones continuaría.

En el caso de un triunfo de Biden, los analistas pronostican algunos cambios mayores para el gobierno estadounidense. De entrada, todo parece indicar que Biden establecería una política exterior de mayor apertura y cooperación, especialmente con la Unión Europea y con países como Japón, Corea del Sur y Australia. Recordemos que Biden fue vicepresidente de Estados Unidos durante la administración de Barack Obama y que su trayectoria ha tenido cierto énfasis en las relaciones exteriores. Con ese mismo espíritu, Biden buscaría que Estados Unidos vuelva a tratados como el Acuerdo de París, por ejemplo, que impone limitaciones importantes a la actividad industrial a favor del medioambiente, y al cual Trump renunció.

En materia de impuestos, Biden prometió en campaña implementar un programa de recaudación en el que aumentarán los impuestos a las grandes fortunas y las ganancias de largo plazo de grandes capitales.

El día de la votación ocurre además en plena pandemia del nuevo coronavirus, lo cual también ha sido un factor de importancia para la propaganda derivada de la campaña de cada candidato. Con su habitual postura, Trump no ha dudado en prometer una vacuna contra la covid-19 como parte de su programa de gobierno, aun cuando nada asegura que, en efecto, el desarrollo del fármaco obtenga el resultado esperado en los meses próximos. Biden, por su parte, también ha tocado el tema, si bien sin explicar cómo se aplicaría la vacuna en el marco del sistema de salud estadounidense, sumamente afectado estructuralmente durante la administración de Trump.

Como vemos, la elección no es para nada sencilla y su resultado tendrá repercusiones tanto nacionales como internacionales. Dada la influencia innegable que tiene el gobierno de Estados Unidos en prácticamente todo el mundo, no debe extrañarnos que el interés de millones de personas esté volcado en este proceso electoral.

 


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