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"El hombre blanco, aquel que sabe demasiado poco para el poder que detenta y el daño que causa"

Una mujer del pueblo indígena de los huaoranís, una tribu amazónica que se ha visto diezmada por la explotación del hombre occidental, ha escrito una carta dirigida a los hombres occidentales, la cual fue publicada por el prestigioso diario inglés The Guardian. Se trata de una poderosa y certera observación de la situación actual que vive su pueblo y que es sintomática de lo que está pasando en el mundo. Los huaoranís son también víctimas del devastador antropoceno.

Mi nombre es Nemonte Nenquimo. Soy una mujer huaoraní, madre y líder de mi pueblo. El bosque amazónico es mi hogar. Escribo esto porque el bosque sigue quemándose. Porque las corporaciones están derramando petróleo sobre nuestras aguas. Porque los mineros se están robando el oro (llevan haciéndolo 500 años) y dejando atrás pozos abiertos y toxina. Porque los usurpadores de tierras siguen cortando el bosque para que su ganado se alimente y se cultiven plantíos para que el hombre blanco pueda comer. Porque nuestros viejos están muriendo de coronavirus, mientras ustedes planean su siguiente jugada para dividirse nuestras tierras y estimular una economía que jamás nos ha beneficiado. Porque nosotros como pueblos indígenas estamos peleando para proteger lo que amamos: nuestra forma de vida, los ríos, los animales, los bosques, la vida en la Tierra...

Este diagnóstico es certero y urgente. Nemonte Nenquimo da en el clavo de una manera que debe hacernos reflexionar de sobremanera. En su lengua, nos dice, el hombre blanco es llamado "cowori", palabra que se entiende de esta forma:

Para nosotros, esta palabra ha llegado a significar (y de una manera terrible, su sociedad ha llegado a representar): el hombre blanco, aquel que sabe demasiado poco para el poder que detenta y el daño que causa.

Y explica que, aunque al hombre moderno podría parecerle increíble que una mujer indígena lo llame ignorante, la razón es clara: "mientras menos conocimiento se tiene de algo, menos valor se le da y más fácil es destruirlo".

La líder indígena prosigue y le pide (nos pide) al hombre occidental que aprenda de los indígenas. Que no sea arrogante y que se deje enseñar por alguien que no ha ido a la universidad y no sabe de ciencia o de leyes: "Mis ancestros son mis maestros. La selva es mi maestra. He aprendido lo suficiente... para saber que has perdido el camino y que estás en peligro".

Lo que debemos aprender es algo que "tiene que ver con miles de miles de años de amor por la selva, por este lugar. Amor en el sentido profundo, reverencia. La selva nos ha enseñado a caminar ligeros porque hemos escuchado".

Otra de las cosas que nos enseña es que el conocimiento es algo más sencillo de lo que hemos creído, es la forma de "caminar" en la Tierra y no mera especulación teórica o capacidad de producción tecnológica. 

Lo que dice Nemonte Nenquimo nos recuerda lo que en su momento describió Carl Jung, luego de un encuentro que tuvo con indios taos en Nuevo México. Durante la visita, un viejo llamado Ochwiä Biano ("Lago de Montaña") le dijo: "Los blan­cos quieren siempre algo, están inquietos y desasosegados. No sabemos lo que quieren. No los comprendemos. Cree­mos que están locos". El problema, conjeturó, es que los blancos piensan con el cerebro:

"¡Pues claro! ¿Con qué piensas tú?", le pregunté. "Nosotros pensamos aquí", dijo, señalando su cora­zón.

En otra parte de su obra, el mismo Jung escribió sobre el problema moral de una civilización con demasiado poder y poca capacidad moral: "Este es el error de nuestra era. Creemos que es suficiente descubrir cosas nuevas, pero no nos damos cuenta de que saber más requiere de un incremento correspondiente en nuestra moralidad". Pues de otra manera, este "saber" en realidad no es saber, es mera información, es mero poder utilitario, usado para satisfacer nuestros deseos egoístas, lo cual recuerda el nombre que usan algunos indígenas nativo americanos para referirse al hombre blanco: "wetiko", el  hombre enfermo del "virus del egoísmo"

 


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