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EL cambio climático ha provocado que tigres de Bengala y campesinos butaneses vivan más cerca unos de otros

Bután es un país especial: no sólo tiene algunos de los paisajes más impresionantes del mundo, tiene también un gobierno asociado largamente con la práctica budista y recientemente con medidas progresistas admiradas en todo el mundo. Antes de que Nueva Zelanda orientara su presupuesto anual hacia el bienestar, Bután ya había creado desde hace años un exitoso Ministerio del Bienestar y declarado que el 60% del país debe ser preservado como un área natural, de "aquí a la eternidad". Por estas y otras características, hace algún tiempo se decía de Bután que era "el reino de la felicidad"

En otro sentido, dichas medidas de preservación de la naturaleza han hecho que la diversidad de este país asiático florezca en los últimos tiempos.

En particular, en los bosques y selvas de Bután existe una de las poblaciones más importantes de tigres de Bengala, si bien no muy numerosa: poco más de cien ejemplares. Estos grandes felinos, quizá los más hermosos y poderosos del mundo, tienen actualmente serios problemas de supervivencia en otras partes del mundo. Los tigres de Bengala han pasado de una población total de aproximadamente cien mil ejemplares en 1910, a tan sólo solo tres mil quinientos en la actualidad.

La población de tigres de Bengala de Bután es especialmente importante porque se vincula con las poblaciones de la India y Nepal y permite que la diversidad genética se mantenga. En tiempos recientes, los esfuerzos de preservación, que tienen gran fuerza en este país, se han encontrado con el problema de que debido a cambios climáticos, los pobladores locales y los tigres han empezado a tener más contacto entre sí. Esto se traduce, entre otros efectos, en la pérdida de mucho ganado (particularmente vacas) en los asentamientos humanos. Se calcula que, desde 2016, más de seiscientas cabezas de ganado han sido cazadas por la población de tigres. 

Para evitar que los pobladores locales respondan de manera más agresiva, el gobierno de Bután y la ONU colaboran en el programa Vanishing Treasures ("Tesoros que desaparecen"), con el cual se busca implementar una política de resarcimiento de pérdidas a las comunidades afectadas y, paralelamente, educar a los pobladores respecto de la importancia que tienen los tigres en el ecosistema de la región.

Aunque en general en Bután se respeta a los tigres, ya que se ha convivido con ellos desde hace siglos y son considerados una especie de divinidad por algunas personas, los cambios climáticos y los cambios propios de la modernidad vuelven necesarias estas medidas, las cuales son esenciales para preservar tanto esta hermosa especie como el equilibrio entre el ser humano y la naturaleza.

 

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