Hace unos días, cuando el Reino Unido levantó la cuarentena, miles de personas celebraron esta medida atestando las tiendas de High Street en Londres, una de las grandes mecas del fashion en el mundo, de esta manera anunciando oficialmente que la normalidad (nueva o como se le quiera llamar) estaba de regreso.
La BBC documentó cómo miles de personas se precipitaron a las tiendas para adquirir la ropa de temporada en grandes tiendas departamentales como Primark, Zara, TK Maxx y otras. La muchedumbre fue tal que más de tres mil personas firmaron una petición para que volvieran a cerrar.
Claro que las tiendas estaban manteniendo la "distancia social", lo que significó largas filas en las calles. Algunas personas incluso esperaron horas desde el amanecer para poder entrar a las tiendas. Las imágenes de los "shoppers" (algo que podría ser casi una descripción ontológica del ser humano moderno) sonriendo con su ropa nueva o con sus flamantes productos brillantes evocan una especie de rito que regresa y que vuelve a dar sentido a la vida de millones. Poder comprar todo lo que se quiere. Hay un alivio generalizado.
A la par que la economía busca revivir fomentando el consumo, regresa también la religión de nuestros días. Es altamente significativo que la primera gran actividad que la gente realiza al poder salir libremente de casa sea ir a las tiendas, como devotos fervorosos que no pueden esperar para visitar el templo.
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