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Luego de cinco meses de la aparición del coronavirus COVID-19, el número de personas contagiadas superó ya el millón

Este jueves 2 de abril de 2020 el número de infectados por coronavirus COVID-19 superó el millón de personas en todo el mundo, con un total exacto de 1 007 977 contagios confirmados (según cifras del Centro de Recursos sobre el Coronavirus de la Universidad Johns Hopkins de Estados Unidos, que reúne información de la OMS y otras bases de datos científicas y de salud pública). 

Esta cifra récord se alcanza luego de casi cinco meses de que el agente patógeno fue identificado en un ser humano (en noviembre de 2019) y comenzó a extenderse incontrolablemente en una población (en enero de 2020), en este caso, en Wuhan, China, en la provincia de Hubei, en donde este nuevo virus se originó, al parecer como una mutación surgida en el seno de un mercado ilegal de animales exóticos.

China fue así el epicentro de una nueva enfermedad que quizá se subestimó en un inicio pero que pronto destacó, por un lado, por la facilidad de su propagación y, por otro, por las complicaciones que podía causar en personas con un sistema inmune especialmente vulnerable (por su edad avanzada o por padecer enfermedades como hipertensión, obesidad o diabetes, entre otras). Al día de hoy en China los contagios de COVID-19 ya se han estabilizado, pero esto sólo luego de dos meses de intensa lucha contra la transmisión del virus, la cual dejó un saldo (todavía en movimiento, aunque ya controlado) de 82 432 casos confirmados con un total de 3 322 decesos.

De Asia, el virus pasó pronto a Europa y con consecuencias también lamentables. Por un fenómeno cuyas causas todavía están por aclararse, el COVID-19 se reveló especialmente dañino en Italia y en España, aunque es sobre todo el primer país el que hasta la fecha continúa viviendo la situación más dramática. En Italia hay hasta el momento 115 242 personas contagiadas, y el virus ha provocado la muerte de 13 915 personas. En España, por otro lado, los casos de contagio confirmado son 112 065, con 10 348 fallecimientos.

Entre finales de marzo y el inicio de este mes de abril, el nuevo epicentro de la pandemia ha sido América, en particular Estados Unidos y, más específicamente aún, la ciudad de Nueva York. También por circunstancias que seguramente se analizarán una vez que la propagación se controle, Estados Unidos tiene ahora 238 820 casos confirmados de contagio de COVID-19, de los cuales 5 758 han culminado lamentablemente en fallecimientos.

Si bien China y otros países asiáticos han declarado que la pandemia ha sido controlada dentro de sus territorios, y al parecer en Italia el incremento de contagios tiene visos de estabilizarse, no parece posible decir todavía que la situación está bajo control. Por la propia evolución de los contagios es hasta cierto punto lógico que luego de Asia y Europa, sea ahora el continente americano el que se encuentre bajo la amenaza del coronavirus y, en ese sentido, el comportamiento de la propagación todavía está por definirse. Países como México, Argentina, Brasil o Chile se encuentran ahora sumidos en una tensa calma, divididos entre la alarma por lo que ha ocurrido ya en otras latitudes pero también expectantes, acaso con la esperanza de que la enfermedad sea más benévola dentro de sus fronteras.

Por lo demás, como puede observarse por la relación entre casos confirmados de contagio totales y número de fallecimientos, el COVID-19 no es un virus especialmente letal. Si bien en casos particulares (como Italia), la tasa de mortalidad del COVID-19 ronda el 11%, en otros se encuentra cerca del 2% (en Alemania, por ejemplo) e incluso menos que esto. En promedio, tomando en cuenta las cifras mundiales, este coronavirus ha provocado la muerte de cerca de cinco de cada cien contagiados. Como se sabe, hay enfermedades mucho más nocivas y con tasas de mortalidad significativamente superiores.

¿Entonces? ¿Por qué la alarma mundial? 

La explicación está relacionada con la facilidad de contagio del COVID-19 que ya señalamos y, por otro lado, con el hecho de que el virus puede desencadenar complicaciones serias en sectores de la población especialmente vulnerables. Estas dos cualidades del coronavirus, cuando se presentan al mismo tiempo, tienen el potencial de resultar en una situación muy específica y de muy difícil manejo: la saturación de los servicios de salud de un país. 

Esa fue la situación que se han visto obligados a manejar los gobiernos y las autoridades sanitarias de China y de Italia, especialmente. De un día a otro en el país había decenas de miles de personas enfermas que, además, incrementaban exponencialmente con cada hora que pasaba. Por supuesto, no hay sistema de salud en el mundo que pueda responder adecuadamente a un fenómeno de ese tipo.

Esa es una de las razones principales que han hecho de esta pandemia uno de los acontecimientos mayores de nuestra época, el cual ya ha provocado cambios serios y que sin duda todavía será la causa de muchos otros efectos por venir, desde nuestros hábitos cotidianos hasta transformaciones en ámbitos como la economía o las formas de gobierno de los países.

¿Se hablará en el futuro de un mundo antes y después del coronavirus COVID-19? Eivdentemente, todavía no es posible responder a esta pregunta, pero hoy, con más de un millón de contagios en todo el planeta, este agente patógeno ya ha provocado un punto de inflexión en la Historia.

 

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