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La bicicleta: el mejor medio de transporte durante la cuarentena… y cuando esta finalice

Sociedad

Por: Jimena O. - 04/24/2020

Incorporar el uso de la bicicleta como medio de transporte ayudaría a mantener la distancia social como medida para los posibles resurgimientos de la COVID-19

Ya sabemos que el mundo después de la COVID-19 no será el mismo. Las cosas como las conocemos van a cambiar. El surgimiento de este nuevo virus ya ha modificado nuestras vidas cotidianas y estamos seguros de que lo seguirá haciendo. Es más, incluso podría decirse que tienen que cambiar, no pueden ser iguales. 

En medio de todos estos cambios, que no necesariamente dependen de nuestras voluntades individuales, el uso de la bicicleta como medio de transporte para quienes están en condiciones de hacerlo es uno de los que más beneficios pueden traer, específicamente para la movilidad en las grandes ciudades. 

Como es sabido, una de las características fundamentales de las grandes ciudades es la inmensa movilidad, debida a una multiplicidad de factores, entre los que pueden citarse la considerable densidad poblacional, el diseño urbano insuficiente por definición, la concentración de las industrias y servicios más variados, entre otros. De ahí que, usualmente, en las grandes metrópolis un gran número de personas trabajan lejos de sus lugares de residencia, por lo que el transporte público es el medio más usado.

Sin embargo, en las circunstancias en que nos encontramos, dicha práctica ha tenido modificaciones importantes, la mayoría de ellas derivadas de la "distancia social" , la medida que, hasta ahora, es la más eficaz para prevenir la transmisión del coronavirus COVID-19. En este sentido, ya hay indicios que sugieren que las medidas de distancia social seguirán siendo necesarias por lo menos durante un año más por periodos intermitentes.

¿Cómo conciliar, no obstante, las limitaciones que impone la pandemia con las necesidades propias de la vida cotidiana y, en especial, del modo de vida que estuvimos practicando en las últimas décadas? A juzgar por lo que se observa, pareciera que las medidas de aislamiento en casas no pueden permanecer siendo tan estrictas durante lapsos prolongados. La gente necesita salir a trabajar, a despejarse, a comprar comida, etcétera.

En dicho contexto, la bicicleta se está revelando como el medio de transporte preferido de muchísimas personas en ciudades de todo tipo en el mundo.

Por ejemplo, Nueva Zelanda será el primer país que ha tomado la decisión institucional de que, durante el periodo de confinamiento, el gobierno construirá carriles especiales para bicicletas y ampliará las banquetas para beneficio de los peatones. El gobierno del país adoptó así, como política pública, una práctica conocida técnicamente como "urbanismo táctico", la cual, grosso modo, consiste en implementar adaptaciones inmediatas y temporales en el diseño de una ciudad. En este caso, en distintas ciudades de Nueva Zelanda se han instalado carriles exclusivos para la bicicleta en zonas antes destinadas únicamente a los peatones o al tránsito vehicular.

En ciudades como Cali, en Colombia, y Berlín, en Alemania, se está siguiendo una política equivalente. Particularmente en la capital alemana el número de ciclovías se ha incrementado expresamente durante la cuarentena para favorecer los traslados en dicho medio de transporte. La combinación de circunstancias –tales como el descenso radical del número de automóviles en circulación, así como de turistas en las calles berlinesas, aunado a la recomendación de evitar las concentraciones de personas (como las que pueden darse en el transporte público)– ha provocado que muchísimos habitantes de la capital alemana usen la bicicleta para realizar los movimientos en el exterior que tienen permitidos durante la cuarentena.

Uso de la bicicleta durante la cuarentena del coronavirus COVID-19, Berlín (2020)

Uso de la bicicleta durante la cuarentena del coronavirus COVID-19, Berlín (2020)

En respuesta a dicho incremento, las autoridades alemanas, tanto locales como federales, han aumentado el espacio dedicado en las calles a las bicicletas, para así conceder también más comodidad de tránsito a los usuarios de estas y, por otro lado, para preservar las recomendaciones de la distancia social asociadas con la prevención del contagio de la COVID-19. El siguiente reportaje de la Deutsche Welle es bastante ilustrativo al respecto:

Finalmente, en Nueva York, actualmente la ciudad más afectada por la COVID-19, se discute la posibilidad de ampliar hasta en 120 km las vías públicas destinadas a la bicicleta. Los argumentos para proponer dicho cambio –uno de los más importantes en el diseño urbano de la Gran Manzana, en su historia reciente– son similares a la suma de factores que han llevado a los berlineses a montar en su velocípedo. Ante la necesidad de conservar el distanciamiento entre personas, la bicicleta se ofrece como un medio de transporte que cumple de manera eficaz con las recomendaciones asociadas con dicha medida.

Este tipo de iniciativas no sólo son una manera de mitigar el impacto social y económico que este virus pueda tener, sino que también son una alternativa de movilidad mientras la distancia social sea necesaria para evitar nuevos brotes de contagio del virus SARS-CoV-2. Y ello, sin mencionar que son medidas que tendrán un alto impacto ambiental. 

Es momento de que reflexionemos sobre nuestros modos de vida y la manera en la que nuestras vidas están configuradas, con el objetivo de modificar nuestros hábitos de transporte. ¿Tenemos las condiciones individuales para incorporar el uso de la bicicleta de manera regular? ¿Nuestras distancias lo permiten? ¿Nuestras ciudades están preparadas para dar paso al uso de bicicletas para transportarnos? 

 

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Imagen de portada: Ciclista en Berlín, Hendrik Wieduwilt (2016)