La COVID-19 ha evidenciado la fragilidad de la economía global y la vulnerabilidad de varios sectores. Ejemplo de ello es el colapso de los sistemas de salud, que ha hecho visible la falta de insumos, la insuficiencia y mala distribución del personal médico, el acceso desigual y la calidad de la atención médica.
A pesar de la inminente crisis económica, expertos de la Organización Internacional del Trabajo prevén una recuperación para 2021. Sin embargo, esta dependerá de la duración del brote y de las respuestas políticas de cada país. Es decir, del tipo de intervención que cada Estado haga y de la eficacia que esta tenga. Ello significa que los gobiernos tienen que implementar políticas para mitigar la pobreza ya existente y para combatir la creciente desigualdad.
De acuerdo con el economista serbo-estadounidense Branko Milanovic, los gobiernos tienen la tarea de apoyar a los hogares más afectados, no a las grandes empresas, bancos o al sector financiero. Algunas de las propuestas que más destacan están relacionadas con el reparto de transferencias universales, subsidios al pago de salarios o transferencias a aquellas personas que trabajan por cuenta propia (sector informal), más inversión a los seguros de desempleo, suspensión de despidos o políticas de cuidado, en referencia a todas aquellas familias que van a tener que cuidar a sus hijos como consecuencia de la suspensión de las actividades escolares.
En lo que se refiere a las medidas de parte de los gobiernos, diferentes instancias y organizaciones no gubernamentales han señalado también la necesidad de implementar políticas fiscales más agresivas, como la recaudación de impuestos a los más ricos. Según el informe del Instituto de Estudios sobre Desigualdad (asociación civil con sede en México), este tipo de medidas acelerarían el ritmo de la economía.
Hoy en día y a nivel más subjetivo, hablar de economía no sólo significa hablar de los números de bancos que no entendemos, las estadísticas y las grandes proyecciones de instancias nacionales e internacionales. Hablar de economía se trata también de establecer relaciones y redes de apoyo más estrechas con establecimientos locales y pequeños negocios, pues son ellos quienes más resentirán la crisis económica.
En ese sentido, sugerimos ser creativos en las formas de consumir y producir a pequeña escala. Estos son algunos de nuestros consejos:
Las acciones que podamos hacer en nuestro entorno más inmediato tendrán repercusiones a mediano y largo plazo. Esta crisis hará que se replantee el papel del sector público, el cual tendrá que ser más fuerte a comparación de los últimos 30 años.
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