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La deplorable cultura de las selfies se está convirtiendo en un problema

La muerte por tomarse una selfie se está convirtiendo en un problema. Más personas mueren hoy en día por tomarse una selfie que por ser mordidos o devorados por un tiburón. Pero sinceramente, aunque se deben tomar precauciones sobre esto, eso es lo de menos. Lo más grave, como nota un buen artículo en el diario canadiense The Walrus, la cultura de las selfies está destruyendo los grandes lugares naturales, especialmente los parques nacionales. Además, está destruyendo las experiencias en templos y museos, pero eso es otro tema. En el fondo, la cultura de la selfie es una afirmación de que la cultura es solamente un souvenir y los lugares de la naturaleza son solamente hashtags o etiquetas, el mapa y no el territorio es lo que cuenta. No hay verdadero encuentro ni transformación. La gloria de Dios que los antiguos filósofos y algunos de los primeros científicos creyeron ver en la naturaleza, se ha vuelto la vanagloria del yo.

En Canadá, los parques nacionales se encuentran en un estado de alarma y perplejidad ante la horda de nuevos turistas que han empezado a atestar los parques. El Parque de los Lagos de Joffre ha visto cómo de 52 mil personas que visitaban el parque de mayo a septiembre en 2011, la cifra en 2018 se incrementó a 150 mil. Y el incremento no se debe a un entusiasmo por acampar o hacer trekking, sino a turistas que van por una foto con un fondo majestuoso. La foto contra el lago, la cascada o la montaña. ¿O, si se puede, un oso? El problema que enfrentan estos parques es que las personas no están preparadas para hacer montañismo o para ciertas condiciones que estos parques suponen. En ocasiones, querer tomarse la selfie en el lugar más "épico" produce serios percances. Para hacerlo, a veces los turistas violan las leyes del parque, que tienen una razón de ser. Por otro lado, la simple masividad y falta de respeto de los turistas de la autofoto implican un problema de basura y destrucción del ecosistema. Los asiduos a estos parques, a su vez, han notado que los "lugares secretos" en los que pasaban necesarios momentos de contemplación y silencio, ya no lo son. A través de hashtags y geolocalización, los turistas invaden los lugares más remotos o preciosos para tomarse la foto. Las autoridades de parques de Vancouver dicen que ahora vienen turistas internacionales a los parques y que éstos no están preparados para manejar estos números. Según dice la encargada Mairi Welman, los parques se ponen "como los centros comerciales en Navidad".

El mejor ejemplo de cómo la difusión masiva puede destruir la naturaleza es el de la playa paradisíaca Maya Bay en Tailandia, la cual apareció en la película del año 2000 The beach, con Leonardo DiCaprio. Esta playa ha tenido que cerrar al público, pues según las autoridades, cerca del 80% de su arrecife de coral fue dañado por los turistas. En Islandia, las autoridades temen que algo similar pase, debido a la creciente horda de turistas que buscan los likes del extravagante paisaje islandés. 

La cultura de las selfies es la peor veta del ya deleznable modo de turismo de la modernidad. Uno se pone a pensar que tal vez es cierto ese viejo mito de que la foto le roba el alma a la persona -la foto egoísta, narcisista, utilitaria, chabacana, le roba el alma-.