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La princesa monegasca elocuentemente resalta la importancia central que tiene la filosofía en nuestros tiempos y promueve a "la reina de las ciencias" con un importante encuentro filosófico

Mientras el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, retira fondos para el estudio de la filosofía, pues la considera prescindible e inútil (ya que no es rentable), la princesa Charlotte Casiraghi le demuestra lo que es tener clase y cultura. La nieta de la princesa Grace Kelly, y onceava en la lista al trono del Principado de Mónaco, se ha convertido en una destacada promotora de la filosofía en Europa. Con Charlotte, la Dama Filosofía está en buenas manos. 

La princesa creció en un mundo de lujo y cierta frivolidad, pero ella siempre mantuvo la elegancia y la dirección intelectual. Fue nombraba muchas veces la mujer más guapa de la realeza o la mejor vestida -y fue modelo de Gucci-, sin que esto en ninguna medida fuera en contra de cultivar su espíritu. Ella se ha acercado a la academia, habiéndose recibido como filósofa, escrito un libro y entablado un interesante diálogo con la filósofa Julia Kristeva. 

En los últimos años Charlotte ha encabezado los Les Rencontres Philosophiques de Monaco (Los Encuentros Filosóficos de Mónaco), una serie de jornadas en torno a la discusión de la filosofía, talleres, coloquios y un premio al mejor libro francés de filosofía. La princesa, con una cierta inclinación platónica, ha dicho que "la filosofía debe estar en el corazón de la ciudad". Y ha mencionado que es esencial que no olvidemos que la filosofía:

es una conciencia humana de lo real, un cuestionamiento que nos permite actuar desde valores y principios; en una época de confusión y prejuicios, nos aclara [el rumbo] y en otras ocasiones deconstruye nuestras certidumbres para ayudarnos a encontrar sentido a nuestras acciones.

Una definición sólida para una filosofía contemporánea que tiene que enfrentar la secularidad y la tecnología.

Francia tiene un presidente filósofo también. Sin embargo, Macron es solamente un filósofo de título y no un filósofo en el sentido original platónico y pitagórico. La famosa frase de Platón de que hasta que los filósofos no sean reyes (o los reyes obtengan el espíritu de la filosofía), las ciudades o los Estados nunca se librarán de sus males, sigue sin refutarse. ¿Pero quizá lo que se necesita es una reina filósofa, que realmente ame la sabiduría y ame también el mundo, le corps politique?