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El aguerrido host cospiracional de la alt-right acaba de ser borrado de Internet por promover la violencia

El host Alex Jones y su sitio InfoWars han sido vetados de las redes sociales más importantes en la web, salvo Twitter. Facebook, YouTube, Spotify y Apple anunciaron ayer que Jones no podrá subir contenido a estos sitios, y actualmente sus páginas ya han sido eliminadas. A grandes rasgos, las plataformas argumentan que el contenido de Jones es lo que llaman hate speech, un discurso que promueve la violencia y no cumple con los estándares de sus comunidades. No se menciona como causa el hecho de que Jones defiende numerosas teorías de conspiración, algunas tan radicales que ciertamente podrían también calificarse como fake news, uno de los temas por los cuales Facebook ha estado bajo escrutinio de los medios y las autoridades (lo que le ha llevado a tener fuertes perdidas en sus acciones). Seguramente, esto se debe a que eliminar teorías de la conspiración e información divergente podría ser considerado como censura.

Ante la prohibición generalizada, Jones ha aparecido en Twitter utilizando Persicope para denunciar lo que ve como una censura a una escala jamás vista en Internet. Ha señalado que su sitio es el más censurado del mundo por una razón: porque él sabe lo que realmente está pasando. En Twitter, los usuarios han presionado para que Jones también sea suspendido de esa red social. Esta megalomanía no es rara en Jones.

Desde sus inicios a finales de los años 90 en Texas, Alex Jones ha defendido múltiples teorías de conspiración, desde la hipótesis de que los atentados del 9/11 fueron un "inside job" o fueron autoperpetrados (una de las menos radicales), hasta la teoría de que los asesinatos masivos de Sandy Hook fueron un hoax (un bulo). Por esta razón, los padres de los niños asesinados lo demandaron.

Jones es conocido por su constante diatriba en contra de lo que llama "las fuerzas del nuevo orden mundial", la élite que promueve la globalización y el control mental de las masas con fines no menos que satánicos, según piensa el presentador. Su medio (InfoWars) esparció el llamado Pizzagate antes de la elección del 2016, una noticia falsa que acusaba a Hillary Clinton y a John Podesta de mantener una red de tráfico sexual de personas cuya base era una pizzería de Washington D. C. Jones ha difundido también teorías de la conspiración sobre el Club Bilderberg, el uso de la tecnología para mermar a la población, los chemtrails, y, por supuesto, sobre que la llegada a la Luna fue falsificada, entre otras populares ideas de este tipo. Es muy conocido también por su fuerte postura a favor de las armas y ha llegado a aparecer en su programa con un rifle. Él mismo se define como "paleoconservador", políticamente inclinado hacia el liberalismo libertario. 

En uno de sus momentos más memorables (o lamentables), Jones acusó a los duendes interdimensionales del DMT de dictarle la agenda a los globalistas -a Rockefeller, a los Rothschild y los demás sospechosos comunes-.

Pese a todo esto, el año pasado su abogado -en la disputa de su divorcio por la custodia de sus dos hijos- declaró que Jones es un artista del performance y que encarna un papel en su programa. Su esposa, por su lado, dijo que Jones quiere que violen a Jennifer López y que quiere romperle el cuello a Alec Baldwin.

El caso podría sentar un precedente en Internet en torno a la regulación del contenido radicalmente inapropiado. Como es obvio, no hay argumentos para defender a Jones y realmente nadie puede exigirle a estas plataformas privadas que hospeden contenidos como el de InfoWars. De la misma manera que Facebook o YouTube no admiten pornografía o contenido gráfico de violencia, no tienen por qué admitir el contenido verbalmente violento de Jones. No obstante, el caso abre la discusión sobre un tema sumamente complejo e importante: qué es hate speech y qué es libertad de expresión. Aunque en algunas instancias esto puede ser muy evidente, son muchas aquellas en las que no está tan claro, o al menos no hay consenso. En los siguientes años, las grandes compañías de Internet enfrentarán el reto de intentar proteger sus intereses -especialmente por las amenazas de regulación de los gobiernos- sin que esto signifique una violación de las libertades individuales de los usuarios.