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Dick dice haber experimentado un severo juicio final cuando tomó LSD

Aunque la prodigiosa e inquietante imaginación de Philip K. Dick -el más grande novelista de ciencia ficción de los últimos 50 años- suele hacer que sus lectores lo relacionen con el ácido lisérgico y otras drogas psioactivas, a Dick no le gustaba el ácido. Aunque vivió en la California psicodélica sólo lo probó una vez y, según sus propias palabras, fue una experiencia terrorífica e infernal. En una excelente entrevista rescatada recientemente, Dick cuenta sobre su experiencia con el LSD:

Sólo tome ácido una vez que yo sepa. Fue ácido de Sandoz, una cápsula gigante de caballo que obtuve de la Universidad de California. Una amiga y yo nos la dividimos. Y no sé, pero debe de haber sido todo un miligramo. Estaba enorme, ¿sabes?, la compramos por 5 dólares y la llevamos a casa y por un rato sólo la miramos... y la tomamos, y fue algo muy fuerte, deja te digo. 

Me fui directamente al infierno, eso fue lo que pasó. Me encontré en un paisaje congelado y había enormes peñas, y había un profundo estruendo y era el Día del Juicio y Dios me estaba juzgando como pecador y esto duró por miles de años y no mejoró. Sólo se volvía peor y peor y sufría un dolor terrible, dolor físico terrible, y lo único que podía hacer era hablar en latín. De manera vergonzosa, pues la chica con la que estaba pensaba que lo hacía para molestarla, y continuamente decía: Libera me domine in die illa. Ya sabes, y: Agnus dei qui tollis peccata mundi [...] y sobre todo: Tremens factus sum ego et timeotimeo, que significa "Temo", y dije Libera me, domine!, mascullando como un pobre perro que ha sido dejado en la lluvia toda la noche. Y finalmente, la chica dijo "Oh, bah", y se salió de la habitación disgustada.

El lector de Dick reconocerá en esto algunas de las pesadillas gnósticas de sus novelas, particularmente la idea de que el tiempo se detiene y se vive en una especie de tiempo espurio de tortura y engaño; en este caso, literalmente una penitencia infernal. Lo único bueno de la experiencia fue, dice Dick, que al abrir el refrigerador vio una caverna gigantesca con estalactitas y estalagmitas sumamente hermosa. De cualquier manera, cuenta que después de tomar ácido en 1964 le decía, le rogaba incluso, a las personas que no lo tomaran. Más tarde aludiría a su experiencia en algunos textos y compararía las experiencias psicodélicas con las enfermedades mentales.