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¿Qué tan prudente ha sido tomar los frutos obtenidos de la tecnología digital sin antes reflexionar sobre sus efectos en nuestra existencia?

Hasta hace unos años, buena parte del mundo recibió con entusiasmo la ola impetuosa que empujó la tecnología digital, con Internet en su punto más visible. Todo el mundo estaría ahora conectado, podríamos hablar con personas en el otro extremo del planeta y enterarnos de cualquier hecho en el instante mismo en que ocurriera. La información, el conocimiento y el contacto estarían ahí, siempre disponibles, siempre instantáneos, siempre al alcance: ¿qué podía salir mal?

A la vuelta de los años, sin embargo, el panorama no sólo no es prometedor, sino que además se ha vuelto un tanto sombrío. Como bien anticiparon Aldous Huxley y Charles Bukowski, el futuro de saber y fraternidad que se auguraba entonces se ha convertido en un mar de distracción y un páramo de soledad, en los cuales el ser humano parece estar o muy contento o muy entretenido, aunque también es posible que en el fondo esté también insatisfecho.

Los libros que ahora compartimos nos invitan a reflexionar sobre esos frutos supuestamente dulces que cosecharíamos en la época digital pero que, en vista de la situación presente, admiten y acaso necesitan una reflexión antes de tomarlos. En algunos casos, se trata de obras que con varios años de antelación advirtieron sobre las condiciones que nos esperaban y que quizá aún estemos a tiempo de cambiar a nuestro favor. La lista sigue parcialmente la selección que realizó hace unas semanas Julian Gough para el periódico inglés The Guardian.

 

Comprender los medios de comunicación: las extensiones del ser humano, Marshall McLuhan

Marshall McLuhan fue uno de los primeros teóricos de la comunicación contemporánea. Aunque murió en 1980 y ni siquiera conoció Internet, en su momento comprendió con tanta lucidez las tendencias que seguirían los medios de comunicación y cómo cambiarían las relaciones humanas que anticipó la invención de la red, es decir, vio cómo las tecnologías asociadas a las comunicaciones se encaminaban hacia un medio capaz de conectar a todo el mundo en tiempo real. 

Por estas y otras razones, McLuhan es uno de los autores imprescindibles para entender el momento en que vivimos.

 

La sociedad del espectáculo, Guy Debord

Publicado en la década febril de 1960 (de hecho, pocos meses antes del mayo de 1968, tan significativo para Francia), La sociedad del espectáculo es un texto que sigue los pasos de los manifiestos vanguardistas de principios del siglo XX, pero también la tradición de los panfletos políticos que han buscado incendiar tanto las conciencias como los lugares donde se asienta el poder. 

Guy Debord expuso en este ensayo hecho de fragmentos un fenómeno de su época que le pareció asombroso: poco a poco pero inevitablemente, todo en la realidad se estaba encaminando a formar parte de un vasto, interminable espectáculo. 

Aunque varias décadas nos separan de las tesis defendidas por Debord, es todavía más sorprendente que muchas de ellas no han perdido vigencia.

 

La intimidad como espectáculo, Paula Sibilia

Siguiendo los pasos del situacionista francés, pero ya en el siglo XXI, la socióloga brasileña Paula Sibilia ofreció en esta obra una interpretación lúcida y original de la transformación que ocurrió con el concepto de intimidad a partir de la invención y la popularización de Internet. 

El celo con que lo íntimo se había creado y conservado durante al menos 3 siglos (del XVIII a finales del XX), cambió radicalmente hacia una apertura casi total, con el yo como protagonista y, más aún, como soberano de este movimiento. ¿O quizá como esclavo? 

Después de todo, dicha exposición de selfies, opiniones, fotografías, etc., se convirtió también en mercancía, y las personas comunes terminaron “trabajando” involuntariamente para las grandes compañías.

 

Ubik, Philip K. Dick

Philip K. Dick es, posiblemente, uno de los profetas más acertados de la época en que vivimos ahora: no en la forma, sino en el fondo. Es decir, quizá no adivinó el tipo de máquinas de las que estamos rodeados hoy, pero sí fue capaz de vislumbrar el “espíritu de la época”, por así decirlo, esta mezcla de vigilancia extrema, distracción sin límites y aceptación voluntaria de la servidumbre que tanto caracteriza a nuestro presente. 

Recomendamos Ubik, pero casi cualquier novela de Philip K. Dick nos invita a reflexionar sobre el lugar tan protagónico que le hemos dado a la tecnología, en detrimento de necesidades históricamente más prioritarias para el ser humano.

 

Neuromante, William Gibson

William Gibson escribió a mediados de los años 80 la novela que dio origen al cyberpunk y, en cierto sentido, aunque previó el totalitarismo que traerían las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, alimentó también algunos sueños de rebeldía.

 

Cultura y simulacro, Jean Baudrillard

Otro profeta que clamó en el desierto: Jean Baudrillard, a quien muchos consideran uno de los mejores representantes del pensamiento posmoderno pero que, más allá de esta etiqueta, supo ver una operación que aunque se desarrollaba bajo la mirada de todo el mundo, nadie pareció notar: la realidad estaba siendo suplantada por una simulación, una miríada de simulacros que de una vez y para siempre tomaron el lugar de los hechos, la Historia, la verdad.

 

La singularidad está cerca, Ray Kurzweil

Ray Kurzweil (inventor, futurista, director de Google) delineó en este libro algunos de los caminos que, a su parecer, seguiría la tecnología en los años por venir, en particular en relación con la búsqueda tan ansiada de la inteligencia artificial que a muchos les parece también polémica y aun peligrosa.

 

Contra el rebaño digital, Jaron Lanier

Publicado en inglés con el título You Are Not a Gadget: A Manifesto, este libro advirtió en el año 2010 sobre ciertas contradicciones entre el espíritu “colectivista” de la Web 2.0 (de la cual nacieron los blogs, las redes sociales y otros proyectos afines) y la tendencia a la concentración y el elitismo del modelo social bajo el cual actuamos los seres humanos. Jaron Lanier, por cierto, es uno de los programadores más renombrados a nivel mundial, y uno de los primeros en desarrollar la tecnología de realidad virtual.

 

El aroma del tiempo, Byung-Chul Han

El subtítulo de este libro es “un ensayo filosófico sobre el arte de demorarse”, y en cierta forma eso anuncia ya su talante. Con la sobriedad que caracteriza a su estilo y su manera de reflexoinar, Byung-Chul Han expone aquí los cambios tan extraordinarios que han ocurrido con nuestra experiencia del tiempo. Gracias a invenciones como el teléfono portátil e Internet, pareciera que ahora vivimos en un instante sin principio ni fin, un presente perpetuo en donde parece que ya no hay lugar para la memoria, la paciencia o el no-hacer.

 

Ensayos, R. W. Emerson

Nuestra última sugerencia es, no sin un guiño, los ensayos de uno de los autores más importantes del siglo XIX, leído y admirado por Borges y por Kafka y durante mucho tiempo una referencia obligada en la conciencia colectiva de Estados Unidos. Ralph Waldo Emerson fue predicador, pero también un filósofo incipiente del Nuevo Mundo.

Si lo incluimos en esta lista es porque como parte del “trascendentalismo” (corriente de pensamiento cuya fundación le atribuyen los historiadores de las ideas), Emerson defendió siempre que el ser humano necesitar estar en contacto constante con la naturaleza, pues de otro modo pierde pronto de vista aquello de la vida que sí importa, aquello que es necesario conservar y por lo cual todos los esfuerzos, todos los trabajos, valen siempre la pena. 

Leer a Emerson nos hace ver que ese canto de las sirenas con que ha estado acompañada la llamada “revolución digital” en el fondo no ha hecho más que distraeros de lo verdaderamente trascendente: la honestidad, la cercanía con nuestros semejantes, la búsqueda del bienestar personal y colectivo, la vida en comunidad, el equilibrio con la naturaleza y, en suma, esas virtudes que nos aportan muchas satisfacciones mucho más auténticas y perdurables que todos los gadgets o todos los likes del mundo.

 

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Imagen de portada: Müdigkeitsgesellschaft: Byung-Chul Han in Seoul/Berlin, Isabella Gresser (2015)