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Ahora los jugadores japoneses dan una lección de limpieza y fair play

Derrotados in extremis en un partido que debió de haber roto el corazón de los japoneses, la selección japonesa todavía tuvo la clase para limpiar su vestidor y dejar un mensaje de agradecimiento, con lo cual demostró lo que es saber perder.

A diferencia de los típicos jugadores y entrenadores que, en el berrinche, culpan al arbitro, encuentran excusas o se niegan a hablar con la prensa, los japoneses se despidieron de sus fanáticos, hablaron con todos los periodistas y dejaron en el vestidor -el cual limpiaron antes- un mensaje de agradecimiento. ¡Y aún más: lo escribieron en cirílico! 

Antes ya habíamos hablado de la excelente costumbre de la afición nipona de limpiar las gradas después de los partidos, algo que hacen siempre los japoneses cuando van a eventos masivos. Ahora vemos que también los jugadores y el plantel lo hacen, con lo cual muestran que no sufren de "estrellitis" como muchos otros jugadores modernos que se sienten verdaderas deidades.

Esta sublime disciplina de los japoneses ya les había generado dividendos. Clasificaron a la segunda ronda, empatados en todo con Senegal, por tener menos tarjetas amarillas. 

Japón iba ganando 2 a 0 con un estupendo desempeño, anulando a una muy buena selección belga, la cual, sin embargo, demostró que tenía más calidad individual y acabó por darle la vuelta a los japoneses con una tercera diana en tiempo de compensación, seguramente causada por el hecho de que Japón siguió buscando la victoria hasta el último minuto. Japón se va triste, pero sin ningún remordimiento, habiendo dejado todo en la cancha y fuera de ella, dejando una lección de clase mundialista.