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En su más reciente pifia de Twitter, Musk llamó pedófilo a un buzo que salvó a los niños de la cueva en Tailandia

Elon Musk es el prototipo del multimillonario osado, grandilocuente y hasta megalómano. Musk es seguramente el magnate más popular del mundo -o  lo era hasta hace poco-. Sus incursiones en las energías alternativas, sus proyectos espaciales y en general sus ideas desaforadas pero filantrópicas le han generado una serie de fieles seguidores que lo ven como lo más cercano a un superhéroe y de hecho, según el propio Musk, quien es obviamente también un gran narcisista, Robert Downey Jr basó su personaje de Iron Man en él. 

Pese a todo esto, Musk ha empezado a perder popularidad y a generar enormes críticas. Esto se debe fundamentalmente a que, como Trump, tiene un gatillo suelto en Twitter. Musk utiliza Twitter profusamente y se mete en todo tipo de asuntos mundiales que quizás no le conciernen, enfrascándose en discusiones con cualquiera que lo crítica. Asimismo, hace promesas excesivas que suele no cumplir, como ha ocurrido con su empresa Tesla, la cual se ha quedado muy corta para el estimado de producción que anticipó. 

Hace unos meses lanzó un Tesla a la órbita de Marte sin tener realmente otro motivo más que promover su marca, aumentando de esta forma la basura espacial y gastando una gran cantidad de dinero -si bien, parte de su stunt publicitario era justamente demostrar cómo ha reducido los costos para lanzar objetos al espacio-. 

Como Trump, quien recientemente fue caricaturizado en Londres con un bebé inflable, Musk es criticado por el ser el típico niño rico que cree que todo se puede hacer con dinero y que no acepta las críticas. El New York Times lo compara con Trump tácitamente:

Tiende a erupciones de Twitter desquiciadas. No soporta las críticas. Abomina de los medios por sus supuestas mentiras y amenaza con crear un aparato soviético para controlarlos. Consigue que la gente le dé dinero prometiendo cosas que no puede cumplir. Es un multimillonario cuyo negocio flirtea con la bancarrota. Se ha vendido como un iconoclasta antiestablishment pero es poco más que un trilero aventajado. Sus legiones de fanáticos son, admitámoslo, un poco estúpidos

La semana pasada Musk recibió un revés en su ego, cuando los buzos que rescataron a los niños de la cueva de Tailandia no quisieron usar su microsubmarino que había llevado como una alternativa de punta para rescatarlos. Vernon Unsworth, uno de los buzos involucrados, dijo que lo de Musk era un acto de autopromoción, ya que el submarino no habría logrado penetrar 50 metros en la cueva. A Musk no le gustó que se dudara de su juguete y acusó en un tuit a Unsworth de pedófilo (¿presumiblemente, por querer meterse a la cueva con los niños?). Musk ya borró el tuit, pero Unsworth ha iniciado un proceso legal en su contra.

Por otra parte, Musk no parece caerle muy bien a las feministas, que ven en él una imagen de la masculinidad tóxica, sobre todo por sus hordas de seguidores, los MuskBros, quienes suelen atacar a cualquier persona que se mete con Musk con comentarios ofensivos, y cuando se trata de una mujer, al parecer utilizan comentarios que remiten a la violencia de género. Las redes sociales, merecidamente o no, hoy en día son también espacios de linchamiento. El sitio de tecnología CNET se pregunta si el coolness de Musk está por acabarse y si esto podría empezar a afectar a sus empresas. Mientras tanto, los accionistas de Tesla le han pedido que se disculpe públicamente por llamar pedófilo al buzo.