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Estudio muestra que la meditación reduce la productividad de los trabajadores (pero hay algo que aclarar)

Salud

Por: Luis Alberto Hara - 06/16/2018

Un polémico estudio sugiere que la meditación va en contra de la productividad laboral, pero hay mucho que revisar sobre dicho análisis

Los investigadores Kathleen D. Vohs y Andrew C. Hafenbrack publicaron hace unos días un artículo en el New York Times titulado "Oye, jefe, tal vez sea mejor que tus empleados no mediten". Utilizando técnicas de meditación de atención plena (mindfulness) que compañías como Apple, Google o Nike alientan a sus empleados a aprender, su investigación parece mostrar que la meditación hace que las personas se desmotiven. Y, sugieren, la motivación es una de las características más importantes para la productividad, más importante que la relajación en este tipo de escenarios. 

La atención plena (mindfulness) podría ser contraproducente en el trabajo. Una técnica central de la meditación de la atención plena es aceptar las cosas tal como son. Sin embargo, las compañías quieren que sus empleados estén motivados. Y la misma noción de motivación -desear obtener un futuro más deseable- implica un cierto sentido de descontento con el presente.

Los investigadores concluyen que, en general, la motivación propia de la fuerza laboral está en conflicto con la calma y la ecuanimidad de la meditación.

Para llevar a cabo este estudio, se formaron dos grupos: uno recibió instrucciones en cuanto a una técnica de meditación y el otro no. Luego, los participantes realizaron tareas ordinarias de oficina. Los investigadores notaron que aquellos que meditaron exhibieron menor motivación, si bien la meditación no afectó la calidad de su trabajo. "Estas personas no tenían ganas de trabajar en sus tareas, ni quisieron pasar la misma cantidad de tiempo en completarlas". Es decir, la falta de motivación cancela los posibles beneficios de estar más calmados y concentrados. Los científicos comparan la meditación con una siesta: de la misma manera que la meditación, una siesta refresca la mente, pero "¿quién se despierta después de una siesta con ganas de organizar archivos?". (No obstante, no mencionan que después de un rato, ya despabilado, el individuo que tomó una siesta tiene más energía para trabajar).

Por otro lado, en un estudio mundial de Gallup se demostró la importancia de la motivación en el trabajo, pues se encontró que las compañías con empleados más motivados superan en productividad y crecimiento a las demás. Este punto es central para la hipótesis de los investigadores.

Ahora bien, este estudio tiene muchos problemas, como ha sido notado en los comentarios del Times, que son más interesantes que la nota. Por una parte, hay que notar que dicha investigación no tomó en cuenta la experiencia previa en meditación de los sujetos del experimento. Simplemente se les puso a meditar y luego, a hacer una tarea. Los investigadores con más experiencia en este campo, como Richard Davidson, han señalado que muchos de los beneficios de la meditación tienen que ver con una práctica sostenida. Algunos se empiezan a notar después de algunas semanas, otros tardan años. 

Otra cosa que el estudio no toma en cuenta es que la meditación, al estar claramente asociada con la reducción del estrés y la ansiedad, contribuye a que las personas no falten al trabajo. Así que, en todo caso, habría que sopesar las cosas: trabajadores más calmados y más desmotivados vs el ausentismo de trabajadores motivados pero estresados. Uno no esperaría beneficios relacionados con hacer cualquier tarea en una persona a la que se le ha dado una sola clase de violín -y sin embargo, esto no prueba que tocar un instrumento musical no redunde en beneficios cognitivos cuando se hacen otras tareas-.

Si esta investigación puede replicarse -algo dudoso, ya que sólo menos de la mitad de los estudios científicos que tienen que ver con psicología cognitiva y conductual pueden replicarse-, apuntaría a algo que los maestros budistas mencionan constantemente. La atención plena es una técnica budista secularizada y al enseñarse como una mera técnica de productividad o reducción del estrés pierde algo esencial, que es el mismo dharma. Es decir, se enseña atención plena, sin la filosofía y sin la moralidad que conlleva en su contexto original. La meditación sin sabiduría es una mera técnica de concentración que puede ser usada igual por un francotirador que por un futbolista, sin que altere sustancialmente el carácter de la persona. Una persona que aprende a meditar de la mano de las enseñanzas budistas -por ejemplo, los cuatro pensamientos que llevan al dharma- tendrá seguramente una fuerte motivación para hacer aquellas cosas que conducen a su genuino bienestar. Este individuo seguramente estará motivado para trabajar, claro que su trabajo tiene que tener sentido y no sólo ser una mera tarea mecánica en la que él es solamente un tornillo más en el ciego engranaje de la corporación.

Aunque es sumamente problemático y llega a conclusiones precipitadamente, quizá este artículo pueda servir de algo, al ir en contra de la fiebre del mindfulness y su excesivo hype en los medios. La meditación, como se enseña en el mundo occidental actualmente, es una especie de nueva aspirina, un paliativo para males cotidianos, no una panacea. Esto no significa que no sea importante y útil, pero es una forma reducida de su potencial y, en ese sentido, debe ser repensada y reformulada para integrar sus aspectos más profundos. El problema aquí yace en que éstos pueden entrar en conflicto con los paradigmas materialistas seculares. Pero si no se incorporan estos aspectos -el prajna y el shila, junto con el samadhi del sendero budista- lo que tendremos será siempre una meditación diluida, apenas la punta del iceberg, un espejismo de lo que es en realidad la meditación. Si nos atenemos a las enseñanzas tradicionales, meditar para ser más productivo en el trabajo no es una buena motivación para practicar, así que no debe sorprendernos si no genera buenos resultados -si bien como norma, después de un tiempo, hace más fresca y flexible a la mente-. La auténtica motivación tradicional es meditar para liberarse del samsara (la existencia cíclica condicionada). Como dicen los investigadores, las personas motivadas en el trabajo necesitan estar desconentos, ansiosos por el futuro -para que la máquina nunca pare-, y esto es lo que la meditación busca eliminar, pero no en el sentido pasajero de un analgésico que trata los síntomas, sino de raíz.

Por último, si en realidad la meditación produce desmotivación, como dice uno de los comentadores del NYT, entonces lo que deberíamos hacer no es que los empleados mediten, sino que los CEOs mediten para que, así, pierdan ambición y dejen de destruir el planeta con su insaciable deseo de crecimiento infinito.