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Buena parte de los problemas políticos y económicos globales de desigualdad y explotación pueden trazarse de regreso al neoliberalismo

Invisiblemente, en un mundo que es regido por la economía, donde las ideas son eslogans y carnada de marketing, el neoliberalismo se ha convertido en la ideología dominante del mundo. Esta es la gran prestidigitación de la modernidad, que una ideología --algo que se empaqueta como la ideología de la libertad, la democracia y la competitividad-- en realidad está vacía, las ideas son sólo la fachada de un  artefacto estilo el caballo de Troya que permite conseguir un objetivo. El neoliberalismo no es más que una serie de políticas con un claro objetivo: darle más dinero y poder al dinero y al poder. La ideología del neoliberalismo es sólo la larga campaña de relaciones públicas para ocultar que no hay ninguna ideología, que la ambición ha comprado todos los principios, pero queremos que sigas creyendo que vas a ganar para que sigas metiendo monedas a la máquina tragamonedas... Esto es lo que ocurre cuando la única filosofía de vida en la que realmente se cree es ganar dinero y entones todas las ideas son prostituibles; en palabras Groucho Marx: "Estos son mis principios y si no les gustan, pues no importa, tengo otros".

En una muy interesante revisión del neoliberalismo publicada en The Guardian, George Monbiot mantiene que en gran parte de los problemas modernos se puede identificar un actor en común, moviéndose en la sombra. Sin el neoliberalismo no se pueden explicar fenómenos que van desde las crisis financieras recientes y los enormes rescates financieros que han salvado a los bancos pero no la los ciudadanos hasta los escándalos fiscales como los Panama Papers, la ensombrecedora crisis ecológica, la depresión masiva que asola a países económicamente exitosos como Chile, el surgimiento de Donald Trump, el desierto que es la industria médica moderna, la estrangulación de las deudas, de los seguros y de los pagos universitarios, y así sucesivamente.

Monbiot explica que el neoliberalismo se ha vuelto tan ubicuo que ya casi ni reconocemos que existe y que fue creado como una ideología para responder al temor al totalitarismo. Es como si los habitantes de la ex Unión Soviética ignoraran que el comunismo existiera, dice Monbiot: "Parece que aceptamos la proposición de que esta fe utópica, milenarista, describe una fuerza neutra; una especie de ley biológica, como la teoría de la evolución de Darwin. Pero esta filosofía surgió de un intento consciente de redefinir la vida humana y alterar los nodos del poder". Monbiot agrega:

El neoliberalismo ve la competencia como el factor definitorio de las relaciones humanas. Redefine a los ciudadanos como consumidores, cuyas elecciones democráticas son mejor ejercidas comprando y vendiendo, un proceso que recompensa el mérito y castiga la ineficiencia. Mantiene que "el mercado" reparte beneficios que nunca pudieron haber sido logrados con sólo planearse.

Esta supuesta fiesta abundante de la libertad produce una inversión de los valores, los cuales son dictados por el mercado (no sólo los valores económicos) y "la inequidad es reformulada como virtuosa" ya que en el libre mercado "cada quien obtiene lo que merece". El mercado es promovido como un ente medianamente caótico e independiente, que actúa supuestamente libre de agencia y el cual está blindado de la intervención de intereses sectarios. Y en esta aparente autonomía del mercado yace la posibilidad supuestamente democrática de la riqueza para cualquier individuo, si solamente trabaja duro y crea un producto competitivo. 

El neoliberalismo se ha convertido en la ideología global dominante, curiosamente sin que se mencione mucho que está gestionando todas nuestras relaciones económicas y políticas (y mucho menos mencionando que su único principio irrenunciable es cuidar los intereses del poder y del dinero). La "biblia" del neoliberalismo es el texto de 1944 El camino a la servidumbre, de Friedrich Hayek, en el cual se argumenta que la intervención y la planeación del gobierno tiende al totalitarismo. Esto fue recibido oportunamente por algunos millonarios que vieron en esta ideología una oportunidad para liberarse de las regulaciones e impuestos gubernamentales. De aquí se empezaron a generar "think thanks" financiados por empresarios e "intelectuales de la casa" como Milton Friedman y periodistas que abogaron por este sistema. Más tarde, cuando se anunció que la política keynesiana había fracasado, paradójicamente se promovió la idea de que no había alternativa más que el neoliberalismo, una ideología que supuestamente parte del principio de la liberad de elección, de que siempre existen muchas alternativas (el mundo como un supermercado).

El neoliberalismo en un principio fue enarbolado particularmente por Reagan y Thatcher y  también por Pinochet, el aliado que tenían en Latinoamérica (luego se expandió a la mayoría de los países, siendo el meme político esencial de la globalización). Monbiot explica:

Podría parecer extraño que una doctrina que promete la libertad y la libre elección fuera promovida con el slogan: "no hay alternativa" [Reagan y Thatcher utilizaron esa frase]. Pero como Hayek remarcó en una visita al Chile de Pinochet --una de las primeras naciones en las que el programa fue comprensivamente aplicado-- "mi preferencia personal se inclina a una dictadura liberal más que a un gobierno democrático desprovisto de liberalismo". La libertad que el neoliberalismo ofrece, que suena tan atractiva cuando se expresa en términos generales, acaba significando libertad para los ricos no para los pobres.

El crecimiento económico bajo el escudo de la libertad es también "libertad para envenenar ríos", explotar minas sin restricciones ambientales, saquear todo el valor que se pueda encontrar en la naturaleza para transformarlo en capital (sin ningún sentido de la sustentabilidad), "cobrar intereses inauditos y diseñar exóticos instrumentos financieros" con los que las personas que tienen dinero hacen dinero sólo por ya tener dinero... y también "libertad para burlar los impuestos, lo que significa libertad para no distribuir la riqueza que saca al pueblo de la pobreza".

La maleabilidad del neoliberalismo en favor de los intereses de sus anónimos y mayormente invisibles partidarios puede observarse en que Hayek inicialmente había mantenido que los gobiernos debían regular la competencia para prevenir que se formaran monopolios. Pero al evolucionar, Friedman lo reformuló para que el monopolio fuera visto como una forma de recompensar la eficacia. De aquí tenemos que la privatización de bienes públicos, algo que generalmente ocurre después de una crisis --una oportunidad para implementar medidas impopulares-- acaba instaurando monopolios controlados por empresarios cercanos al poder político. Así empresarios como Carlos Slim obtienen control total de ciertos servicios y ya no obtienen ingresos de producir nuevos bienes sino de controlar los bienes existentes y cobrar una renta, lo cual, como dice Monbiot, es otro término para "ingreso que no ha sido ganado". Los ciudadanos se ven entonces ordeñados por esta "invisible doctrina mantenida por invisibles  bastiones".

"Como el comunismo, el neoliberalismo es el dios que ha fallado. Pero su doctrina zombi sigue a trompicadas y una de las razones por las cuales persiste es por su anonimato. O su cúmulo de anonimatos", dice Monbiot. Ocurre lo que ha explicado Douglas Rushkoff en su libro Throwing Rocks at the Google Bus, que el sistema financiero, como si fuera una entidad viviente, se desarrolla de tal forma que sólo se sirve a sí mismo, adicto a generar más ganancias y extraer de todas las cosas un beneficio económico. Y, en su indetenible marcha de crecimiento infinito, agota todos los recursos materiales, no genera verdadera prosperidad y mucho menos distribuye la riqueza.