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En su serie "SUR-FAKE", el fotógrafo francés Antoine Geiger nos muestra escalofriantes tomas cotidianas de gente adicta absorbida por sus dispositivos móviles
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Imagen: Antoine Geiger

¿Cuántas veces al día (cuánto tiempo) nos quedamos absortos contemplando una pantalla, mientras, tras la ventana, junto, o enfrente de nosotros sucede el mundo, uno distinto (el Internet se ha convertido en el otro), uno al que nos hemos ido desacostumbrado (olvidando) poco a poco, sin siquiera hacerle un funeral?

Hemos preferido el mundo que nos ofrece la virtualidad; en ese sentido, pasamos horas absorbidos con o sin el pretexto de estar buscando “información”. Algunos sólo buscan ese “apapacho metafísico” del like o prolongar una charla con algún amigo; en fin, las razones son varias y las reflexiones al respecto pocas.

Por eso, el trabajo del  fotógrafo francés Antoine Geiger hace un pequeño comentario al margen con su serie de fotografías titulada SUR-FAKE, imágenes con las que vuelve casi literal la metáfora esa de “estar absorbido por una pantalla”. Llámese televisión o Internet, sólo nos han cambiado de pecera. La que nos ofrezca una realidad “más veraz” o confortable será el sitio hacia donde nuestros sentidos serán guiados. Y no sólo nuestros sentidos, el transhumanismo tiene siniestros planes que vuelven, a su vez, casi representaciones literales las imágenes de este artista francés.

A diferencia de Eric Pickersgill, quien elimina los móviles de las manos de las personas, Geiger coloca en esta investigación a la pantalla como un objeto de "subcultura de masas, alienado a la relación con nuestro propio cuerpo, y en general con el mundo físico”.

Geiger dijo para The Creators Project:

Todo fue repentino, estaba en el metro y en el museo cuando me sentí yo mismo mientras todo estaba lleno de gente. Literalmente podía ver cómo la cara de las personas se derretía en las pantallas, como si su identidad estuviera siendo llevada al no-espacio de la tecnología, como una dimensión espacial del presente.

En la página de Geiger, en el apartado de esta serie, se puede leer un epígrafe introductorio sacado del libro La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica, del filósofo alemán Walter Benjamin:  

La humanidad, que en la época de Homero era un objeto de contemplación para los dioses del Olimpo, es ahora uno por sí misma. Su autoalienación ha alcanzado un grado tal que puede experimentar su propia destrucción como el placer estético de primer orden.

Esta cita de Benjamin (leída en el contexto de las fotos de Geiger) dimensiona las imágenes y las intenciones del fotógrafo hacia un punto más escalofriante: el placer estético que produce la autodestrucción humana. Acceder al fin de la vida, como la conocemos, tras la mirilla del arte, admirándola mientras otros, nosotros, somos absorbidos (como yo mientras escribo estas palabras) por un mundo virtual que ante nuestros ojos aparenta ser “más confortable”:

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Twitter del autor: @tplimitrofe

Fuentes: Dangerous MindsThe Creators Project