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Drácula y Frankenstein juegan al ajedrez (y lo disfrutan)

Por: Jimena O. - 11/08/2015

Bela Lugosi y Boris Karloff, los legendarios actores hollywoodenses, protagonizan una partida de ajedrez que nos hace imaginar lo que sería ver enfrentados al conde Drácula y el monstruo del doctor Frankenstein

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En el universo simbólico del horror moderno, pocos personajes tan identificables como el conde Drácula y Frankenstein, arquetipos de nuestra civilización que retoman problemas mucho más remotos y de alguna manera innegablemente humanos: la búsqueda de la inmortalidad y los riesgos de descubrir los secretos de la naturaleza por medio de la experimentación científica.

Y si bien cada uno tiene sus orígenes en novelas que se publicaron en el siglo XIX (la de Bram Stoker en 1897 y la de Mary Shelley en 1823), en buena medida debemos al cine la implantación de estos iconos en nuestra mente, industria que ya en sus primera épocas se apropió de dichos relatos para volverlos materia dispuesta de la fabulación fílmica.

Fueron los legendarios actores Bela Lugosi y Boris Karloff los responsables de hacer nacer en los estudios de Hollywood estas versiones contemporáneas del mito, Lugosi encarnando al conde, y Karloff al monstruo del doctor Víctor Frankenstein, ambos en 1931. Sus respectivas interpretaciones fueron tan magistrales que marcaron para siempre sus carreras e incluso sus personalidades.

De ahí que puede decirse, por asociación, que en este video Drácula y Frankenstein se enfrentan en una singular e inédita partida de ajedrez.

Coincidiendo en 1934 en la filmación de The Black Cat (basada parcialmente en el cuento de Edgar Allan Poe), Lugosi y Karloff protagonizan esta secuencia promocional en la que se les ve sentados frente a los 64 escaques, hecho el primer movimiento de Lugosi, Karloff llamándolo con el nombre “Drácula” y preguntándole si está listo para la prueba, los dos hombres rematando con una risa que quiebra de pronto la falsa solemnidad del desafío.

Una curiosidad de la historia del cine que, siquiera en la ilusión del celuloide, nos permite imaginar lo que sería un encuentro entre dos monstruos, en este sentido comparable (aunque evidentemente de menores ambiciones) al que la Muerte y el Caballero sostienen en El séptimo sello de Ingmar Bergman.