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Cuando los caleidoscopios eran tan cautivadores como los iPhones

Arte

Por: Luis Alberto Hara - 11/11/2015

Hubo un momento hace 2 siglos cuando los caleidoscopios enajenaron y deslumbraron al mundo, casi como los teléfonos móviles en la actualidad

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Atlas Obscura, el genial sitio de lugares y cosas raras, tiene un encantador artículo sobre la fiebre de los caleidoscopios en Inglaterra circa 1816, a la cual compara con la obsesión por los iPhones u otros smartphones que nos absorbe actualmente. Hoy en día uno camina por las calles de la mayor parte de las ciudades del mundo y ve a un buen porcentaje de las personas mirando las pantallas de sus teléfonos móviles en un embeleso (o aturdimiento) que le parecería seguramente muy extraño a una sociedad como la georgiana o incluso a una civilización extraterrestre no tan inmersa en el mundo de los gadgets.

Según Atlas Obscura, en ese entonces había un encandilamiento tal por los caleidoscopios que incluso representaban una fuente de ingresos para la gente pobre, que podía ganar dinero vendiendo un rápido vistazo a través de estos cilindros de espejos.

Según el académico Erkki Huhtamo, en aquella época también hubo cierta alarma por el efecto de distracción y ensimismamiento que producían estos curiosos aparatos. "Los 'caleidoscopiomaníacos' están tan hipnotizados por estas visiones que ven dentro del tubo de imágenes que ni siquiera notan que otros hombres están cortejando a sus acompañantes detrás de sus espaldas". ¿Como podría comparase esto con las hordas de personas que acampan o pasan horas haciendo filas para ser los primeros en obtener el tan deseado nuevo iPhone?

  

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Vale la pena hacer la distinción que los primeros caleidoscopios no eran juguetes desechables para niños; tenían una cuidada manufactura y estaban hechos de materiales valiosos. Antes de pasar a ser una atracción infantil rápidamente sustituida, los caleidoscopios fueron utilizados como una herramienta científica para visualizar grandes cantidades de números.

 

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Las comparaciones son odiosas, pero el purista en nosotros tiene nostalgia de esa época, que hoy nos parecería simplista, en la que la gente caminaba por las calles mirando la realidad a través de un cristal de colores que simulaba una reproducción fractal o infinita. Una hermosa distorsión. Y es que la palabra caleidoscopio significa algo así como "mirar formas bellas" (kalos: bello; eidos: forma; skopeo: ver) y lo caleidoscópico, entonces, es lo que tiene la propiedad de hacernos ver la belleza en las formas, o el acto de ver formas bellas. Este mismo espíritu conservador o nostálgico nos diría que el pasado fue mejor (siempre los tiempos pasados tienen un lugar consentido en la memoria). Porque, aunque simplista y algo que fácilmente aburre en comparación con nuestros aparatos modernos, en la fiebre de los caleidoscopios --esa alucinación breve-- se nota una preferencia estética ante la realidad: la belleza como preeminencia. ¿Qué sería de nuestra tecnología si estuviera siempre al servicio de la belleza y no de la utilidad? Un mundo visto a través de las alas de una mariposa.