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Webcam girls: ¿trabajo sexual emancipado, terapia de grupo o lavado de dinero?

Por: Jimena O. - 09/03/2015

Pocas horas de trabajo y la posibilidad de ganar más dinero que en un trabajo fijo han hecho del negocio de las webcams una rentable opción para adquirir independencia económica y pasársela bien en el proceso

Uno de los negocios de más rápido crecimiento en la zona roja del Internet ha sido el auge de las webcamers, chicas (por lo general, aunque también hombres, parejas e incluso grupos) que interactúan en vivo con una audiencia online a través de una cámara web. El modelo de negocio y la familiaridad que se logra en las sesiones pueden hacer que una performer gane 400 dólares en 1 hora, lo cual es especialmente conveniente para estudiantes o amas de casa con mucho tiempo libre. Sitios como MyFreeCams (MFC) cuentan con cerca de 100 mil performers diferentes, lo que ayuda a ofrecer una enorme variedad para una clientela de más de 1 millón de usuarios registrados.

Bambi, una popular modelo en MFC, afirma que no se trata de explotación sexual, sino más bien una especie de terapia de grupo donde ocasionalmente se masturba:

Es mucho menos sexual de lo que piensa la gente. Especialmente si eres una cam girl de mediano ingreso, se trata mucho más de hacer comunidad... Si sólo te interesa pasarla bien toda la noche porque saliste del trabajo y no tienes novia o amigos, son unas buenas 2 horas. Hablamos, hago bromas, escuchamos música, y fumo un porro o pueden beber conmigo o fumar conmigo, se parece mucho a estar con amigos.

Aunque se pueden encontrar videos de cam girls como categoría en muchos sitios porno, en realidad se trata más del tipo de performance que diferencia a cada una: hay algunas que se disfrazan y otras que simplemente se masturban en cámara, otras invitan amigas o simplemente toman una ducha. En realidad la variedad es abrumadora para el recién llegado, pero diferenciarse rápidamente y desarrollar una comunidad de seguidores propia es la mayor prioridad de cualquiera que quiera dedicarse profesionalmente al negocio.

¿Qué hay de los clientes? A pesar de lo que pudiera pensarse, no (siempre) se trata de pervertidos buscando diversión. Según Bambi, en entrevista con The Stranger, "los chicos jóvenes son gente que trabaja demasiado, como mecánicos de autos u otras ocupaciones de oficina donde sólo llegan a casa y están exhaustos, y no quieren salir, y sólo quieren alguien con quien hablar. Y luego tienes esta otra clientela que son hombres casados que no tienen sexo". La relación entre los asistentes suele ser de camaradería: cuando llega alguien nuevo y se porta grosero con "su chica", todos salen a defenderla. "Si tenemos un asistente casual que dice algo como 'Enséñame el culo', mis chicos son así de 'Lárgate de aquí'. Es una comunidad de gente que se la jala mirándote, pero también son amigos. Es muy extraño".

Con el fin de explorar a fondo el fenómeno, el documentalista Sean Dunne creó el filme Cam Girlz, grabado en una de las miles de casas que funcionan como oficinas de tiempo parcial. Según puede verse, los clientes que miran webcamers en MFC o sitios como LiveJasmine son asiduos, pero no necesariamente pervertidos, aunque existen nuevas leyes en Estados Unidos que ponen como causal de divorcio gastar mucho dinero en línea.

(Aquí otro documental, producido por la BBC, acerca de las webcamers):

Y es que hay que entender que como parte de la diferenciación, cada modelo realiza distintas dinámicas para captar ingresos: algunas funcionan como un club de striptease donde existen metas comunales, por lo que el grupo debe aportar "tokens" (monedas virtuales convertibles a efectivo, de las cuales el sitio se queda con 40% o más en ocasiones) para que la modelo se vaya sacando la ropa, o para que realice cosas cada vez más extremas, desde la simple masturbación hasta shows de sexo anal. Muchas tienen listas de regalos en Amazon donde los más adeptos pueden regalarles cosas, además de la compra de videos, fotos, pantimedias o ropa interior usada, a la par de tickets para cenas en vivo, juguetes sexuales, muebles o contactos de Snapchat o Whatsapp, que son otra forma de completar el ingreso offline. Uno de los fans entrevistados por Dunne afirma que "se parece menos a un strip club y más a un bar con una mesera buenísima a la que todos quieren hacer reír". 

Sin embargo, no todo en el mundo de las webcamers es miel sobre hojuelas: MFC dejó de hacer negocios en Malasia y en algunas partes de Rusia cuando se descubrieron casos de explotación de modelos por parte de "agencias" que se dedicaban a lavar dinero. Eso sin contar con el hecho de que algunas modelos pueden hacer miles de dólares en pocas horas y otras menos de 1 centavo por hora. Muchas tienen listas de cosas que no hacen, como orinar, defecar o vomitar (y comer todas las anteriores), insertar cosas demasiado extremas en sus orificios, cortarse, hacerse sangrar, o juegos de rol extremos como sissy (llamar a un hombre "marica" y demeritar su masculinidad), racismo, pedofilia o chupar tampones usados. Pero si ellas han tenido que hacer explícitas las cosas que no hacen es porque alguien, en alguna parte, está pagándole a alguien más para que lo haga. Finalmente se trata de un mercado, y la oferta y demanda sigue presente.

Para Aella, otra de las modelos de MFC, "ningún otro trabajo se compara en términos de libertad y ganancia. No quiero volver a trabajar en otra parte donde tenga un jefe, nunca más. Es increíble la sensación de hacerte tu propio éxito, de buscar tu propia motivación y ser creativa, y de hacerlo en control de lo que haces."
En la medida en que los sitios web permitan mejores ingresos y libertad a las modelos, el trabajo de webcamer puede ser lucrativo y divertido: como todo en el mundo del sexo, se trata de consenso, además de una salida laboral para hombres y mujeres de todas las edades (en caso de que lo pregunten, sí, existen webcamers de la tercera edad), que puede ofrecer independencia económica y dignidad profesional. Todo depende de cómo se lleve en la práctica.